martes, junio 08, 2010

This is the fokini tenth p...

Sí, el mesías. Prosigamos con esto. Uno de los turistas checos de mi grupo trató de acercarse por un caminito a la gran puerta destinada al mesías que llevaba a una reja negra donde había un tubo de agua donde estaba conectada una manguera verde de plástico y poder asomarse a ver si podría descubrir algún misterio o tomar una foto privilegiada, o quizá tentado por la idea de ser él el mesías, pero uno de los soldados le gritó con energía y poder que no prosiguiera y que se alejara de inmediato, con tanta fuerza le había gritado que todos los demás nos asustamos, algunos de los checos de mi grupo parecieron a punto de entrar en un colapso nervioso. Conocía ese gesto en los checos porque en Praga, cada vez que sucede algo, no sé, cualquier ruido fuerte e inesperado, los checos muestran miedo y terror en sus expresiones, quizá todavía del rezago violento represor del socialismo soviético. Por suerte, el turista regresó con lentitud, como si desafiara a los soldados para ver qué harían y los soldados se calmaron y luego lo ignoraron barriéndolo con la mirada, parecían saber que no haría nada, quizá tendrían aňos de experiencia en ese tipo de turistas. Los demás integrantes del grupo se relajaron de inmediato y emprendimos la andanza hacia el otro extremo de la explanada, cerca del portal que lleva a la parte musulmana que pasamos de largo. Cruzamos un jardín de olivos muy bonito y agradable, lleno de árboles bajos con pequeňos frutillos, pero minúsculos, tanto que todavía no se veía venir la aceituna. Vimos a un jardinero israelita hebreo que parecía seguir las indicaciones del Talmud y que comía kosher y que se veía alegre, bonachón, que nos miraba amablemente, y que removía un pedazo de tierra quién sabe para qué. Seguimos nuestro camino, pasamos por una puerta principal del edificio de La roca, donde nos detuvimos unos minutos para que nos dijera algo el guía y hasta que nos sacaron de ahí tres hombres árabes vestidos modestamente con un gorrito en la cabeza que no era un Kipá, tenía otra forma, más como sombrerito, porque era la hora en que los musulmanes de la parte musulmana tomaban la explanada para sus rituales y porque comenzaba a entrar mucha gente por esa puerta principal del edificio de La roca. Muchos turistas trataron de entrar a La roca y ver qué había dentro, pero obviamente no los dejaron y los sacaron casi casi tocándolos e invitándolos a que se apresuraran en sus pasos. Pues ya tuvimos que salir de ahí, ni modo, eran las trece horas o las doce horas y ese era el final del horario de visitas para que los musulmanes tomaran sus instalaciones y pudieran hacer sus rituales y costumbres sin la mirada de ningún pinchi turista. Salimos por una de las cuatro puertas que enmarcan la explanada. La primera fue por donde entramos gracias al puente improvisado. La segunda fue esa por donde entrará o por donde ya ha entrado, y hasta varios, el mesías. La tercera puerta fue esa que da al barrio musulmán. La cuarta y última era por la que salimos de la explanada, una que da a una callecita estrecha o callejón, la Jerusalén vieja está llena de estos callejones, parece algo así como una ciudad vecindad con edificios de hasta tres o cuatro pisos con paredes de piedra de un color amarilloso, y este callejón por donde caminábamos parecía ser limítrofe entre el barrio musulmán y el barrio judío, religiosamente hablando, porque geográficamente hablando todos eran israelitas, y étnicamente hablando no se puede diferenciar con exactitud porque hay musulmanes de toda índole étnica y hay judíos que no son hebreos, y, bueno, justo al salir por este pasillo nos encontramos con cuatro soldados israelíes disfrazados de policías con cara de cansancio y aburrimiento, y al final del callejón, doblamos a la izquierda para pasar por otro módulo de vigilancia con más soldados israelíes disfrazados de policías y hasta con el marco ese electrónico que me caga la madre, y poder salir a otro espacio amplio donde estaba la entrada para acercarse al muro de los lamentos, o sea, lo que quedaba de la enorme zinagoga destruida por los romanos.

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