martes, julio 17, 2007

Sopita rica

Llegas caminando al restaurante. Preferiste estacionar el auto a unas cuadras que dejárselo al valet parking. El lugar es sencillo, nada caro ni extraordinario, pero acogedor y decorado caseramente. Por lo menos no es una fonda, piensas. Acostumbras pensar de esa manera, por lo menos no soy pobre, por lo menos tengo unos zapatos de mil quinientos pesos. Sueles mentir, si te encontraras con algún amigo después de la comida, le dirías fui a comer a tal restaurente, que sería uno caro. Miserable te quedaría bien como sobrenombre o patético acomplejado.
Entras al restaurante. Caminas derecho, campante, de buen humor. Tratas de mostrar una sonrisa amable, pero lo único que sale es una actitud que quiere mostrar que tienes y puedes más que muchos. Un mesero te recibe y te invita a sentarte en aquella mesa del fondo. Te pones serio, no avanzas con él y le dices con un tono en el que alargas las vocales. Noo, prefieero sentaarme en esa otraa de aallá. El mesero te ve como si viera a otro pobre pendejo más. Te lleva a la mesa que escogiste. Te jala la silla para que te sientes. Te metes entre la silla y la mesa. Sientes el borde del asiento en las corvas, automáticamente tus manos se apoyan debajo de tus muslos. En ese momento en el que tus nalgas están a punto de sentarse te viene un sentimiento terrible. Te das cuenta honestamente que eres un completo cobarde. Escogiste las cosas que creíste más fáciles. Escogiste una carrera que podría hablar bien de ti, pero no quisiste alguna que en verdad hablara bien de ti y que en verdad te gustara. Pensaste que eras bueno inventando cosas, pero cuando saliste de la escuela lo único que conseguiste de trabajo fue un empleo de máquina frente a otra máquina. Comenzaste a trabajar y te diste cuenta de que hay demasiados abogados. Pudiste haber escogido diseño, con esa te hubieras sentido mejor. Tendrías una oficina con aire juvenil. ¿O no? Te preguntarías. Quisiste estar bajo el regazo de madre el tiempo necesario. Creíste se sería práctico, ahorrarte renta, comprar gas, tirar la basura. Pero te diste cuenta de que lo hacías por cobarde, por mediocre. Lo único que hiciste fue engordar.
Terminas de sentarte, tu cuerpo se desplomó. Sientes miradas de la gente, un comportamiento normal de los seres humanos, mirar. Antes pensabas que te admiraban o que te conocían porque te creías importante. Ahora crees, no, estás seguro de que te miran compadeciéndote. Pobre tipo, apenas se dio cuenta de quién es y dónde está, crees que piensan todos al verte.
Viene el mesero y te pregunta: ¿necesita algo, señor? Te ries grotéscamente. El otro se asusta. Tú también. Quieres salir, pero temes hacer algo peor. Pides una sopa. Tu cara se pone roja, una vena comienza a marcar un camino verde sobre tu frente. Juegas con la servilleta de tela. Tratas de tranquilizarte. En eso, en ese momento crítico, en ese momento terrible, catastrófico, pasa una anciana junto a tu mesa y te sonríe con tanto amor que no puedes hacer otra cosa que imitarla. Te sientes mejor. La anciana se pasa de largo. Te traen la sopa. La pruebas. Que rica sopa, piensas y la comes tranquilamente.

6 comentarios:

['mju:zik] dijo...

aveces una rica sopa, hace que nos olvidemos por un rato, de una vida repleta de malas decisiones.or not.

Anónimo dijo...

Este es el mejor post que he leido de muchos blogs.

Ruy Guka dijo...

Grazie

El Mareo dijo...

Está bueno, bueno. Y me da un poquito de miedo.

Sólo tengo una pregunta... ¿debió estudiar diseño? ¿oficina con aire juvenil? ¿Qué no has estado escuchando?

Anónimo dijo...

Pues; creo que te salió lo romántico, y lo romántico siempre es nostálgico y lo nostálgico siempre es tardío. Pero bueno, uno cree que un pobre diablo jamás se cuestionará si quiera una mirada inquisitoria, sólo por eso creo que ó la humanidad podría estar a salvo o la humanidad está repleta de hipócritas, de idiotas, de absurdos inútiles

- dijo...

buen post.
saludos.