martes, marzo 14, 2006

Extraños en el paraíso

Estoy sumamente resfriado. Ya lo sentía venir desde hace varias semanas y de alguna u otra manera he podido sobresalir ante la gripe. Pero ahora sí sucumbí.
Creo que tiene que ver el hecho de haberme ido a Cuernavaca el fin de semana. Un amigo de Luz cumplió años este fin y supe que se irían a pasarla allá. Luz estaba fuera de la casa el viernes en la nochecita, habíamos quedado de vernos en el café Momo, y le hablé por teléfono para avisarle que nos iríamos a la ciudad de la eterna primavera; también le pregunté si necesitaba algo: un calzón, desodorante, cepillo de dientes, etc. Lo que pidió fue desodorante, chanclas, rimel, cepillo de dientes y crema bronceadora. Lo metí todo en una mochila junto con dos bolsas de dormir, apagué todo, el boiler y las luces, cerré puertas, tomé una micro, me bajé, caminé unas cuadras y llegué a Momo.
--Vámonos a la estación -le dije a Luz.
--No, vamos a la casa de fulanito. De ahí se van todos. Hay lugar para nosotros en algún auto
--Bueno -dije.
Llegamos a la casa de fulanito. Empezamos a beber algunas caguamas. Se veía todo en orden. Esa banda, cuando la conocí, me llenó de desconfianza, porque tienen como veinticinco años, pero actúan como si siguieran en la prepa. Y no por fiestear. Más bien por la forma en la que fiestean, lo que dicen, lo que piensan, etc. Me recuerdan los años en que nos creíamos los dioses del mundo mis cuates y yo de los diecisiete a los veintiuno. Pero pus bueno, me fui a Cuernavaca.
En Cuernavaca estuvimos encerrados en la casa de la novia del cumpleañero. Era una casa grande con tres camas individuales en los cuartos, piscina, hamaca, dos salas: una en la casa y la otra a unos metros en la terraza. A todos los envidiosos les mando un pedazo de mierda.
El cumpleañero cobró cientocincuenta por chola. Entre la bandita había uno que me caía particularmente bien, es chef, y él fue el encargado de cocinar.
Primero llegamos como a las doce o una de la noche a la casa. Se siguió bebiendo y luego empezó a salir la coca que no terminó si no hasta el sábado en la madrugada. El cuate chef hizo paella el sábado en la tarde. ¡Buenísima! Luego le hicieron varias sorpresitas al cumpleañero en el transcsurso de la noche del sábado. Pusieron unas velitas en el jardín que cuando las prendieron se dejó leer un "FELIZ DIA". La novia sacó un pastel de crema batida con zarzamora para el noviecito recién cumplido.
En medio de la noche, sentado a lado de uno de los güeyes, le dije que uno nunca sabe con quién está. Se sobresaltó acusándome que era un judicial disfrazado. Me reí. Él siguió serio, tenía una mirada lunática. Yo también me puse serio y le dije: no seas pendejo.
Se me olvidó decir que como a las nueve el cumpleañero sacó una sorpresa para sus invitados. Les regaló dos cristales a todos. Luz y yo no nos metimos los cristales. No nos dieron ganas. El cumpleañero se paró en una silla, él tiene el pelo largo y barbas, y les pidió a los invitados que se formaran para comulgar con el cristal. Había otro con una botella de agua que era el monaguillo dando el vino para tragar la ostia sin masticarla, jaja.
Finalmente me la pasé bien. Nadie se peleó con el prójimo.
El domingo hubo de comer ceviche de curel y calamar. El curel es un pescado enorme como de medio metro de largo, sin espinitas por todas partes, sólo las tenía en la columna vertebaral, y costó trece pesos el kilo en el mercado de mariscos y pescados en la Viga. Una maravilla lo del dato. A lo mejor a algunos no les gusta ese pescado en el ceviche porque se vuelve de color gris cuando se acidifica con el limón. Crudo es de color rojo. Pero la neta es que estuvo rechingón el precio y supo bueno.
El domingo en la noche fuimos al café de un amigo ahí en cuerna. Platicamos un rato, descubrimos el juego Abalone, que es parecido al Go. Nos quedamos a dormir en el cuartito de azotea donde vive el cuate, empezamos a ver una película de Jarmush, "Strangers than paradise", pero estábamos cansados y nos dormimos. Nos regresamos el lunes al medio día.
Creo que toda la coca del fin de semana, el exceso de tabaco y alcohol, la mota y el mal dormir me hicieron estallar el maldito catarro de mierda que tengo ahora.

4 comentarios:

Darth Chelerious dijo...

chingao...me hace falta algo asi, una borrachera de todo un fin de semana sería bueno.

jorjo g. dijo...

estuvo muy a gusto este fin de semana, sin duda, siempre cae bien la buena comida, alberca, la banda de antaño, una casa así...
un gusto haberlos tenido por acá mi estimado, nos vemos luego porái.

Anónimo dijo...

pinches junkies

jorjo g. dijo...

si, pinches junkies...
yo te vi hasta contento ruy, ,no valio la pena el catarro de mierda?
(a mi me dan catarros de mocos)