viernes, diciembre 04, 2009

Al final de mis veinte. Parte VIII

Cuando leo FONCA lo que leo no es FONCA, en su lugar leo MIERDA. Como todos saben, FONCA significa por sus siglas Fondo Nacional para la Cultura y las Artes, pero en realidad debería llamarse por sus siglas ocultas Fondo Nacional para el Pasatiempo Cultural y Artístico del Cuňado, Tutoreado, Primo, Alumno, Amante y Sobornador del Jurado y sus Trabajadores. Neta qué asco y qué decepcionante organismo público nacional. Iaj, fuchi, guácala. Incluso comenzaron a festejar los veinte aňos de su creación y de su uso familiar. A mediados del 2009, por sexta vez o séptima, ya ni me acuerdo, recibí un resultado negativo en el FONCA y en otros resultados convocados por otros organismos e instituciones. Nunca he ganado nada y creo que nunca lo haré y creo que ya me vale completamente verga, me valen verga los concursos, los premios, las becas, la gente que trabaja en las editoriales, en las universidades, en las instituciones culturales, y me vale verga escribir esto. Entre mayo y agosto me cayeron como baldes de agua helada varios resultados, varias negativas de chamba, varias desilusiones, más el acumulado de fracasos durante diez aňos, y sentí una tristeza profunda, enajenante. Ya la había sentido en otras ocasiones, pero ésta fue la que recayó con mayor fuerza. Darme cuenta de las graves heridas de México me deprime, su mediocridad es realmente monumental, a la gran mayoría de mis paisanos les da igual si se hacen bien las cosas o no y permiten que algunos disfruten de poder, influencia y dinero por méritos y medios muy bajos y criminales, permiten que otros los maltraten, que no les paguen sueldos justos, permiten que los denigren en servicios elementales como salud y justicia, permiten que la mediocridad gobierne, que la mediocridad decida quién merece una beca, un trabajo, quién tiene talento. Permiten que la mediocridad decida quiénes pocos pueden vivir dígnamente y quiénes decenas de millones pueden vivir mal, muy mal. Permiten que la mediocridad gane diez o veinte veces más dinero que la población en general, es decir, permiten que la mediocridad genere, fortalezca y permanezca la desigualdad extrema. Permiten que tengamos miedo y excesiva desconfianza en las calles y a las autoridades en general. Permiten un lamehuevismo olímpico. Permiten que la traición y el asesinato sea una disciplina del diario. Yo también lo he permitido. Los mexicanos permitimos que México sea un gran país mediocre, que sea un país mierda.

2 comentarios:

MACARIO dijo...

Tan triste y cierto, espere ud. pronto un post que es para ud.

Darth Chelerious dijo...

asi es. nos quejamos pero somos parte de eso.