domingo, abril 13, 2008

Escenarios con putería. Fascículo 3 (parte II)

En el hostal me tocó dormir en un cuarto grande lleno de literas, unas seis, con banda joven, puros hombres, los dormitorios no eran mixtos, para evitar que manchen las sábanas. Una de las cuatro noches escuché cómo se cogían dos de mis vecinos, en la litera de al lado, lo bueno fue que estaba cansado y bebido, dando lugar a un sueño pesado. Lo que más odié de ese lugar era que tenía que levantarme antes de las nueve, salir del dormitorio y no entrar sino hasta que los de la limpieza terminaran de trabajar, por ahí de la una de la tarde. Ah, y además tenía hora de entrada, de la verga. Ahora se me nubló la memoria y no recuerdo en absoluto dónde me bañaba. No importa, lo principal aquí es dar lugar a los escenarios con putería.
La primera noche estaba en el comedor con un chingo de gente. Todos platicaban mucho y en voz alta, gritaban y reían. Se servían vino y alcohol de diversas características. Se fumaba mucho, tabaco de todos olores y nacionalidades. Algunos grupos jugaban cartas u otras madres. Se escuchaba hablar todo tipo de idiomas. Esa noche conocí a dos güeyes, uno de Monterrey y el otro de Guadalajara, eran músicos de conservatorio y me cayeron bien. Iniciamos la plática y quedamos de vernos al día siguiente como a las ocho de la noche para ir a divertirnos, después que yo hiciera mi tur por la ciudad, durante el día, donde acudí a lugares y vi postales y caminé por puentes y parques y comía en la banqueta, pan fresco con jamón y jitomatitos o cualquier otra cosa, mientras miraba alguna plaza o algún espectáculo callejero o miraba pasar a mujeres que jamás vería en las calles de México.
Me vi con mis nuevos cuates en la plaza tal, en la estación tal, del tranvía tal, y nos fuimos a caminar por entre los callejones y lugares nocturnos. No entramos a ningún bar. Nos fuimos directo hacia la zona roja o rosa y pasamos por un local de comida israelita donde vendían falafel, hicimos una parada porque mis cuates habían dicho que en aquel lugar estaba muy rico y además tenían salsa picante para la comida. Excelente, les dije, ya me hacía falta algo de picante fresco. Hacían la salsa con chile seco, parecía chile de árbol, seguramente era el chile seco rojo que usan los chinos y que se consigue con facilidad en Europa. Recuerdo que me sentí identificado con el pueblo israelita. Pos bueno. Comimos Falafel en pitas con pepino, cebolla, col morada y otras ondas. ¡Riquísimo! Y la salsa picaba a madres. Estuvo bien cabrona, mis cuates se rieron cuando le di mi primer bocado al falafel.
De ahí nos dirigimos a la zona roja -sí, es roja, ya lo investigué en google- con la panza llena y de buen humor.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

No mames, que buen post, y que buen blog en general.
Sayonara.

Anónimo dijo...

Ese no es Ray Goko.
atentamente
Ray Goko

Anónimo dijo...

Cochinos!!!