domingo, abril 06, 2008

Escenarios con putería. Fascículo 3 (parte I)

En el interior de este fascículo tendremos un escenario extranjero, el siguiente recuerdo sucedió en ¡Amsterdam!, Holanda, claro, no en Amsterdam, Condesa, en la Ciudad de México. No, en la zona roja o rosa, no recuerdo bien el color, ni importa, de ese país del que los ingleses se burlaban mucho en la época shakespereana, los llamaban queseros y chancleteros. Y si vieran que en la visita que pude hacerle a Amsterdam vi varios quesos que vestían únicamente chanclas.
¿Cuántos años tendría durante ese viaje? Veinte o veintiuno, ya estaba mayorcito, pero con la misma curiosidad por las vaginas y acercándome a ellas con una actitud distinta a la de los años anteriores. Podría parecer obvia mi especulación, pero ni tanto, una lógica natural nos llevaría a creer que conforme avanza el tiempo, uno vive más experiencias, se aprenden cosas, etc. y así la actitud de una persona se va perfeccionando, pero como todos hemos notado alguna vez, en cualquier circunstancia, en nosotros mismos, etc. sucede todo lo contrario. Un ser humano puede ir en contra de la lógica natural y sin que se lo proponga. A huevo. Ahora bien, después de pensamiento tan aburrido como que da más sed por entrar en imágenes con un sabor a veces dulce, a veces amargoso y con un tacto siempre húmedo, siempre baboso. ¡Con todos ustedes y para todos ustedes, desde Amsterdam, Holanda, los recuerdos vulgares y sexosos de Ruy Guka!
Fue un viaje largo que concluyó en el país de la justicia y las drogas. Llegué en tren. Salí de la estación de trenes, crucé una calle ancha y luego un primer puente, sobre un canal verde. Llevaba una mochila grandota, cuadrada, de las que se cargan al hombro, una bag pack grande, una mochila normal, chica, y una mochila larga donde traía unos bongós. ¿Por qué llevaba mis bongós? No sé, fue algo inexplicable. La cosa es que llevaba demasiadas cosas y la gente me veía preocupada, notaban que mi balanceo, al caminar, era inestable. Así caminé varias cuadras por una avenida principal que, supuestamente, me llevaría a mi hostal donde había reservado un lugar desde el internet. Por suerte no tuve que ir muy lejos. Llegué a mi hostal y cuando me descolgué las mochilas de mi cuerpo, mis extremidades recuperaron su color normal, fluyó de nuevo la sangre por mis venas.

1 comentario:

MACARIO dijo...

HAhahaha, la imagen de usted con su mochilota en Amsterdam cargando inexplicablemente unos bongós..haha..priceless