lunes, abril 21, 2008

Escenarios con putería. Escena 3 (parte III)

Llegamos a un callejón donde había ventanales en las paredes que dejaban ver a mujeres vestidas demasiado bien provocadoramente. Había de varios estilos. Estaba la mujer que hacía una cara ingenua y estaba vestida de colegiala. Otra hacía una cara infantil y tenía ropa de niña pequeña, eso creo que lo estoy inventando, no lo recuerdo, seguramente estaría prohibido, promovería la prostitución infanitl, fuchi. Bueno, pero recuerdo a una mujer que estaba vestida increíble, tenía una mirada fuerte y agradable, su pelo era lacio y negro, era hermosa, además tenía dos libros en una mesita tapada con una manta que parecía de terciopelo, pero no era esa tela, no lo recuerdo bien, combinaba con el gusto de la mujer, eso sí, no, una cosa maravillosa, como dice Manzanero. Incluso, recuerdo que me quedé a mirarla, mientras lo hacía soñé que ella se fijó en mí, yo actué como todo un caballero virilmente inteligente e interesante, nos fascinamos y me dejó entrar. Pero puro pichón, regresé a la realidad y ella se había sentado en una silla que tenía ahí y miraba aburrida la mesita con los libros. Mis cuates, los músicos, me gritaron que me apurara, estaban varios metros adelante. Me fui rápido de ahí. Total, pus qué, el amor de que llega, llega, pensé. Caminamos un poco, entre muchos pasillos y callejones, salimos a un canal ancho, donde la orilla estaba atiborrada de locales y centros nocturnos. Pasamos por uno que era un teatro porno y estaba en exhibición la pieza drmática El verdugo y la monja, recuerdo que costaba como ¿veinte florines? Todavía no había euros y ya no recuerdo a cuánto estaba el florín holandés. Era una lana, eso sí recuerdo. A ellos parecía no importarles. Saqué el dinero de mi entrada y pasamos por la puerta. Se nos mostró un foro con bancas como de iglesia, con ceniceros a la altura de las rodillas, al estar uno sentado, sostenidos en una pata delgada de metal. Estaba sucísimo, casi no se veía por la media luz del lugar, me persigné y recé para que no me sentara en los mecos de algún gringo cerdo. Delante teníamos un escenario pequeño con el telón caído. Atrás había una cabina de sonido donde estaba un güey que se burló de los japoneses. Caballeros, les anunciamos que no se puede tocar a los actores, no se pueden echar mecos en las bancas y no se pueden tomar fotografías ni viedo, esto está dirigido en especial para los sony boys. Ésta es la tercera llamada. Así anunció la última llamada, sin signos de admiración.

4 comentarios:

Anónimo dijo...

Ajjaj, pobre Guka, tiene que escribir mamadas de su pasado con un narrador simplón sobre putería, patético. Ni así le hacen caso. Pero cuando entre Goko de nuevo ya será otra la historia. Pinche Guka, ¡escritor fracasado!

Anónimo dijo...

muy fracasado

Emmiux dijo...

M u u y y l e e n t t o...SeñorGukaporfavoranimeseaescribirconmásfuriaaaaaaaaaaaaaaaaaaa.

Ruy Guka dijo...

Cállate, Goko mierda!!! Además, tú qué sabes de literatura. Shhhhhinga a toda tu reputísima madre.

Contigo Emmiux, nada, gracias por tu comentario y cuidado con el puto de Goko, dicen que le gusta alzar las faldas nomás porque sí. Ni lo saludes.