sábado, enero 28, 2006

He renunciado

No pensaba poner algo acerca de mi padre, pero en esta ocasión no lo puedo evitar. Renuncio como hijo.
En la semana me invitó a visitarlo a su casa. Acepté. Llegué hasta casita de la verga en una zona residencial de clasemedieros ridículos. Me bajé de la micro y tuve que cruzar una calle principal totalmente anti peatones. Bajé por otra calle. Me detuve en una entrada a la privada que da inicio a unos trescientos escalones hacia abajo. No pude bajar por ahí porque estos vecinos ridículos pusieron una puerta de reja gruesa con esa mierda que no sé como se llama donde tienes que meter la llave casi casi como blindado. Tremendamente disgustante. Me vi obligado a dar una vueltezota para entrar por la caseta de vigilancia con sus plumas. Como odio esas calles. Pinches clasemierderos.
Llegué a la puerta del edificio de mi padre. Toqué el interfón. Me contestó el idiota de mi hermano. Me abrió. Subí al terder piso. Saludé a mi padre. Abrió una botella de vino, puso cacahuates y papitas en la mesa. Mi hermano se metió a bañar.

--¿Cómo estás? -me preguntó mi padre. Bien, le respondí. Silencio.
--¿Por qué no trajiste a Luz?
--Quise venir solo -en realidad venía preparado para cualquier altercado y con Luz ahí no me convenía.
--Que bueno que veniste solo. La castigaste. Así se hace. Antes no se acostumbraba a llevar a las mujeres a las reuniones de los hombres
--Mmmmm -le contesté.

Sirvió vino y brindó por un feliz año. No le respondí el brindis. Sonó el teléfono. Habló un rato y colgó.

--Era mi agente de bienesraíces. Me dijo de un departamento de 650 en la Portales sur
--Ah, está bueno, ¿no?
--No, yo quiero en la del Valle o en Insurgentes sur
--Ah -le contesté.

Mi hermano salió del baño. Se sentó a la mesa con nosotros. Mi padre le sirvió un vaso.

--Habló mi agente de bienes raíces -le dijo mi padre a Kostia.
--¿En dónde y cuánto?
--650, en la Portales sur
--No, no conviene -le contestó mi hermano.
--Oye, Kostia, ¿tienes cigarros? -le pregunté.
--No
--Ruy, mira, no localizo al de publicaciones de la UAM Xochimilco. Es un cuate. Hace tiempo me invitó a publicar ahí, pero le dije que no. ¿Cómo yo? -sonrió levemente- Quiere algo inédito. Pensé en ti, pero no lo localizo. Parece que ya no trabaja ahí. Le quise llamar a otro cuate que trabaja en difusión de la UAM, pero no quedé en buenos términos con él cuando trabajé con ahí
--Sí, gracias. Ni modo. El destino así lo quiere

Silencio. Kostia se levantó y fue al balcón a fumarse un cigarro.

--Míralo, que culei, dijo que no tenía cigarros y salió a fumar -le dije a mi padre.
--¿Salió a fumar?

Silencio.

--Me llegó una carta del pen club avisándome de una reunión de escritores originarios de Salvatierra. Quiero contactar a los escritores de ahí para averiguar más de la historia de mi abuelo. Lo mataron en una cantina. No dejaban entrar a mujeres en esa época -me dijo.
--Sí. Sí, si ahora entraras a una cantina de pueblo con unas chavas te iría bien. Digo, ya entran, pero en las cantinas de pueblo no están acostumbrados a verlas dentro y si llegas a las siete cuando ya están bien borrachos, te invitan unas rondas. Está divertido
--Cuidado, luego se van a querer cobrar
--Ajá

Silencio. Me aburría.

--¿Sabías que orinaban en la barra de las cantinas? -le dije a mi padre y se echó para atrás.
--No, no sabía -respondió incrédulo.
--Sí, se paraban en la barra y mientras bebían se bajaban el cierre y orinaban
--Así como entraba, salía -dijo.
--Sí

Silencio. Silencio. silencio.

--Oye, Ruy, te veo mal. Como que no das una. ¿A qué hora te levantaste hoy?
--A las dos y media
--¿Por qué? -preguntó mirándome mientras los ojos le comenzaban a brillar de enojo.
--Porque pude -le dije y le guiñé un ojo.
--Que falta de disciplina -dijo con mayor brillo en los ojos.
--¿Quién quiere disciplina? -le respondí.

Retiró los codos de la mesa rápidamente, la mesa se inclinó hacia un lado y me asusté un poco. Recordé cómo reaccionaba cuando viví con él hace poco durante tres años. No se sabía qué haría. Generalmente se ponía violento. Dándole un puñetazo a la pared cerca de mi cara o de plano me daba un golpe en el cuerpo sin lastimarme, eso quería, pero a veces no se controlaba. Tenía entre veintiuno y veintitres años. Que vergüenza. Me sentía como en la secundaria: evitando a toda costa no ser intimidado por algún imbécil.

--¿Sabes qué? Chíngate. Te ves jodido. Mal
--Según tú
--Es lo que pienso
--Me importa un comino lo que pienses
--Eres un idiota. Le iba a hablar a una universidad en el estado de méxico...
--No te he pedido nada
--El chingarse quiere.... -no sé cómo terminó ese estúpido dicho, pero el caso era que me moriría chingado o algo así.
--Mmmm
--¡Chíngate!

Silencio. Me sentía incomodísimo. Sabía que algo así pasaría. Digamos que él siempre actúa así, pero no he tenido la oportunidad de mandarlo a la verga tranquilamente. Siempre había alguien más. O estábamos en público. Mi estómago lo sentía hueco y como que temblaba. Persistía ese silencio incómodo. Me pareció que mi padre explotaría violentamente en cualquier momento. En eso entró Kostia. Había cerrado la puerta del balcón y nosotros no habíamos alzado la voz. No supo qué pasó, pero notó la tensión. Una tensión como si fuera yo un representante occidental negociando con un representante iraní o algo así. Horrible. Nefasto. Se sentó Kostia a la mesa.

--Ruy, quiero que me devuelvas mis discos de vinil que tomaste
--No, déjamelos
--No, los quiero ya de vuelta
--Y si no te los devuelvo
--Los tengo como de colección. Te los quito a la fuerza
--No seas ridículo. Si quieres demándame -le dije y me miró con un odio penetrante.
--¿Quieren más vino? -dijo Kostia.
--No, creo que ya me voy -dije.
--Sí, mejor -dijo mi padre.

Me levanté y tomé mi gabardina de uso rudo.

--Un gustazo, como siempre -me atreví a decir sin despedirme.
--Igualmente --dijo mi padre.

Salí del departamento. Bajé las escaleras. Salí del edificio. Tuve que dar otra vueltezota. Me sentía mal. Tomé mi micro triste. Llegué a mi casa para escribir esto. Renuncio como hijo. La verdad es que nunca lo sentí como mi padre. Sólo viví con él en mis primeros años de vida, de los cuales no me acuerdo, y los tres años ya como mayoría de edad. En esos tres años no nos entendimos. Además no hubo ningún tipo de relación. No hablábamos. Él hablaba e imponía opiniones, criterios, ideas e incluso lo que tenía qué hacer o no. Se comportó como un imbécil. Un cretino. Ridículo. Con desplantes infantiles. Si no llegaba a tener la razón en algún detalle por más insignificante que hubiera sido se imponía violentamente. Con insultos, empujones y golpes. Pobre diablo. ¿Qué le vamos a hacer?
Es todo. Espero no volver a poner nada de él.
Renuncio.
Acabo de recordar que cuando vivía con él, al igual que mi hermano, una vez nos dijo que había ido con un astrólogo que le dijo que uno de sus dos hijos lo traicionaría, que le daría la espalda. Al principio temía ser yo, pero ahora me vale verga.
Próximamente pondré algo de mi abuelo materno que lo considero más como mi padre. Un tipazo. Jajaja. Ojalá y algún día lea esto mi padre biológico y se le retuerza el estómago saliéndole más úlceras en los intestinos de las que ya tiene el pobre. Pobre.
He renunciado.



%%%%%Que bien se siente escribir toda esta mierda. Puras mamadas de la vida. Chalet. Sopas catastróficas. Padre: ¡vete a la verga! ¡Pinche pendejo! Creo que ahora a mí me saldrán úlceras en los intestinos, jajaja.%%%%%

4 comentarios:

Anónimo dijo...

Hola Ruy, que mala suerte, al parecer a todos nos llega nuestra misita verdad, pues es una verdadera pena, renunciar a nuestros padres, pero si tan bien te sientes ahora.

Me da muchisimo gusto, por cierto a ver cuando intercambiamos recetas... espero poner algunas más que he encontrado

Un saludo

Darth Chelerious dijo...

se me antojó el vino

Anónimo dijo...

Bueno, qué puedo decir? la mejor historia que tenemos que contar es nuestra propia historia...tu historia Ruy, de pronto es predecible. Llena de lugares conocidos. Situaciones que veo venir desde antes. Sin embargo, algo más allá de la rabia que he experimentado al leerte me gusta, es decir, cuando la rabia toca los linderos del dolor...en ese preciso momento me interesa..abre posibilidades insospechadas. Ahí me gustaría seguir leyendo, pero pudorosamente, poquito antes de ese lugar te quedas parado (a mi modo de ver). El territorio de heridas graves y combates de verdad queda relegado a otro momento, momento que siento que postergas. Solamente leí el último texto, el que se refiere a la visita que haces a tu padre en año nuevo o navidad. Más tarde seguiré con lo demás.

Un saludo cordial,
Roberto H. Medina

Anónimo dijo...

RUY ES UN REFLEJO DE SU PADRE...AUNQUE NO LO QUIERA ACEPTAR¡