lunes, abril 26, 2010

This is the third part, dears modafokersitos, of I am a turist in Israel

Bueno, pues, cómo empezar. Ahora que vivo en Praga, en la ciudad donde vive mi abuelo y donde nació y vivió una parte de mi familia, convivo con el padre de mi madre y pretendo conocerlo mejor, así como también a Praga, a Chequia y a su gente, porque es un viejito muy tierno que ya mero se va a morir. Gracias a la figura y al apoyo de mi abuelo Pavel Kral mucho de mi trabajo literario fue posible. A él le gustaría leer alguno de mis cuentos y mi novela, pero desgraciadamente, o afortunadamente, quién sabe, no puede, sólo sabe leer en checo y en alemán. Además, la verdad, para ser honestos, no sé si le gustaría mi trabajo. El caso de todo esto es que mi abuelo tiene una novia, así como se lee, una novia, y esta mujer, una seňora de setenta y cinco aňos que está bien sorda y que usa aparatos auditivos y que es especialista en tiendas de productos chinos de mala calidad que son demasiado baratos, tiene un hijo de cincuenta y cuatro aňos que vive en una casa con su segunda esposa, el hijo de su segunda esposa, el papá de su segunda esposa, un perro pequeňo y un gato castrado y gordo. Este hijo era, prosigo en pasado, Jindřich.
Mi abuelo era judío ashkenazi que luchó en las montaňas eslovacas durante la segunda guerra mundial salvando así su pellejo geneticamente odiado y repudiado. Cuando era niňo, su familia acostumbraba descansar los sábados y dedicar algunas oraciones a Yah. Él hizo el mitzva y celebraban los días festivos del calendario judío. Después de la segunda guerra mundial mandó todo a la verga, todo lo que pudiera relacionarlo con el judaísmo. Y cómo no, después de ver que unos pendejos lo querían matar por su condición de judío, que secuestraron, maltrataron, insultaron y mataron a mucha gente de su misma condición como a su padre, a su hermano, a su madre y a su hermana, etc., entiendo que lo haya hecho. Así que cuando yo lo conocí sólo tenía la pinche nariz que lo delataba, por lo demás, nada, ni el apellido.
Su novia también era judía, pero a ella ya no le tocó ni siquiera conocer las tradiciones judías porque su madre judía se casó con un católico no judío y, bueno, no sé nada de ella, bien bien, pero el asunto aquí es que Jindřich apenas supo este aňo que por sus venas corría sangre judía, además de la eslava checa.
Con respecto a mi cuerpo, corre en mí un poquito de sangre purépecha por parte de mi abuela mexicana, un poquito de sangre eslava por parte de mi abuela checa, un poquito de sangre judía ashkenazi por parte de mi abuelo y otros poquitos de varias sangres por parte de mi abuelo mexicano que parece que estaba también mestizado y que no se sabe quién le puso a quién, pero que seguramente tendría un poco o un mucho de sangre mesoamericana de la región geográfica que ahora se conoce como el bajío junto con quizá algo de sangre espaňola, supongo, por lógica elemental, pero pus quién sabe.
Mi abuelo nos sugirió a Jindřich y a mí que hiciéramos un viaje a Israel para conocer esa tierra sagrada, judía, y yo dije, sí, a huevo, qué chingón y qué interesante y qué desmadre ir con el Jindřich, a huevo. Jindřich dijo que sí también y así fue como nos avionamos hacia allá.

Después de recoger nuestro equipaje nos reunimos ahí mismo, junto a las rampas, todo el grupo de viaje. Antes de que comenzara a hablar el guía checo responsable de llevarnos de la mano por esas tierras, Jindřich y yo fuimos a una casa de cambio que estaba ahí mismo también, a unos metros entre la rampa y donde estaba parado nuestro grupo de viaje. Cambiamos unos dólares a shekels, la moneda israelí. Por un dólar nos dieron tres shekels y como unos sesenta centavos. Nos acercamos bien contentotes por haber cambiado el dinero y así no tener que pagar con dólares y que nos roben como le roban a todos los turistas en todo el mundo, cuando escuchamos que el guía le decía al grupo que no cambiemos nuestro dinero aquí en el aeropuerto porque se llevan una comisión monstruosa, que por un dólar nos deben dar como cuatro shekels o hasta cuatro y medio. Puta madre, pensé y nos vimos Jindřich y yo como diciéndonos, buena cabrón, a ver si se te ocurre otra idea tan chingona.

2 comentarios:

LUZ ENCO dijo...

Poné la 4ta.

serge satriani dijo...

Lo bueno es que ya te habian acostumbrado a la tranza en mexico