domingo, febrero 07, 2010

Ineptitud

Nunca pongo videos, pero últimamente he escuchado mucho esta rola y a este grupo en general. No sé por qué lo hago, es así nomás, pero me gusta mucho The rapture, la verdá. Les sugiero ponerle plei y subirle al volumen inconsiderablemente medio o alto mientras les digo que hace dos meses vi Anticristo de Lars von Trier y la neta es que qué fina y qué chingona película, así tan finolis y tan chingonis como Lake Tahoe de Fernando Eimbcke. Me pone contento poder ver, sentir y escuchar este tipo de trabajos, muy contento. Además de todo, ahora mi lectura en la sección de transportes, básicamente del metro, es La isla del tesoro de Stevenson y, bueno, qué otro elemento se le puede aňadir al conjunto. Qué más les puedo decir, acabo de descubrir que mi antebrazo derecho está más fuerte que el izquierdo, y la verdad, para qué guardarse estas intimidades, es que estoy más turbado que nunca, llevo cuatro meses en Praga y todavía ni siquiera he besado a una de estas mujeres tan requeterebonitas a las que les brillan los ojos cuando te reflejas en ellos y que parece que te van a besar con suavidad y dulzura en cualquier momento. Carajo, veo, se siente, noto, se palpita, casi toco, casi, carajo, un erotismo tan libre y, aparentemente, tan inocente. Y sí, creo que sí, es inocente, porque aquí la mayoría dicen que son ateos. El otro día me pasó algo raro. En la clase de checo de la maňana faltó la maestra de siempre y la reemplazó otra. Durante toda la clase mantuve un fuerte contacto visual con la suplente, una mujer no muy atractiva de cara, pero que tenía una excelentísima figura. Nos mirábamos tanto que ella llegó a ignorar al resto de la clase y que pareció que nos lanzaríamos uno al otro, ahí, en medio del salón alfombrado. Ella llegó incluso a acariciarse el abdomen, casi se tocó el principio de uno de sus senos, lo hizo rápido y con poca discreción, y luego, mientras nos seguíamos viendo, ella adelantó un poco la cabeza y sacó la lengua como si fuera a lamer la punta de mi verga, que por cierto comenzaba a endurecerse y tenía miedo que se notara, pero no, la controlé bien, así sacó la lengua, con tanto descaro que la francesa, sentada junto a mí, la miró con extraňeza y luego volteó a verme a mí y así lo hizo dos veces más hasta que la maestra suplente regresó a su estado normal y prosiguió con la clase. Estuvo muy caliente el asunto. Y me porté tímido, con todo y lo descrito, no sé qué me pasó, qué me pasa en general, creo que soy cobarde o, mmm, no sé qué pensar, quizá sólo me intimida tanto una mujer desconocida, hermosa, inteligente, erótica, con buen cuerpo, bonita, preciosa que no soy capaz de hacer o decir algo, sólo puedo cuando estoy ebrio hago lo que debe hacerse, tomarlas de la cintura y besarlas o intentar besarlas. Para colmo, cuando terminó la clase, fuera del salón, yo ya iba a la mitad de una sala larga que sirve como recepción con un escritorio donde se sienta una secretaria peliroja, joven y guapa, y donde también hay sillones y sofás para que se sienten los alumnos a esperar a Godot, y me gritó por mi nombre la suplente desde el fondo de la sala, bajo el marco de la puerta que da al salón para que le firmara un papel, una lista o no sé qué, mientras le firmaba el papel noté un leve contoneo de su cadera hacia mí, sutil, muy leve, quizá y ni hizo nada, pero el caso es que le devolví la hoja, la pluma y me fui. Cuando salí del edificio casi me arranco el pelo por pendejo. Y eso no es todo. A la siguiente clase la vi en la sala larga, junto al escritorio, platicando con la peliroja joven y guapa, las vi a las dos y me hice chiquito, las saludé y pasé junto a ellas como un renacuajo insignificante mientras ellas me devolvieron el saludo y una sonrisa y una mirada, qué miradas, puta madre. A la siguiente clase ya no la vi, justo cuando estaba determinado a hablarle e invitarla a un vinito o un tesito o a algo. Entonces le pedí su mail a la maestra de fijo, qué tonto fui, pero me sentí orgulloso por atreverme a pedir su mail, aunque se lo haya pedido a la otra maestra. Y que le escribo un mail, le pregunté sin preámbulo: quieres tomar un vinito blanco conmigo? No, no puedo, me respondió. Carajo. Me sentí y me siento el hombre más inepto del mundo.

3 comentarios:

Ricardo Arce dijo...

bueno, al menos la respuesta fue inesperada.

ontoy dijo...

Chale ... me he sentido así varias veces y es horrible. De esas veces que sabes que las cosas pudieron haber salido mucho mejor ... Chingao.

Unknown dijo...

Qué trizteza mi Ruy...
La música de The Rapture=ocurrente.