viernes, octubre 30, 2009

Al final de mis veinte. Parte III

Jugué mucho al ajedrez con Sergio. Las primeras veces que jugamos, hace algunos aňos, él me ganaba y fácilmente. Una vez hubo un torneo de ajedrez en el Momo, un café que estaba en la Condesa, sobre Tamaulipas, entre F. Montes de Oca, de quien se dice que fue el que realmente se tiró del castillo envuelto con la bandera y no Juan Escutia, y Michoacán. Pero el café no era un café condechi, no, para nada, más bien era un café coyoacanchi con toques condeceros. El Momo era un café muy agradable al que acudía gente como Carlos Reygadas y seguramente José Emilio Pacheco, Daniel Sada y Daniel Jiménez Cacho. Pues el torneo de ajedrez organizado por el Momo lo ganó Sergio. Luego ya, por las fechas del local, comencé a ganarle algunas veces. No es cierto, muchas veces. Y mientras jugábamos ajedrez, el local se abrió al público el 12 de octubre del 2008 y se llamó Le bisné. Ahí trabajé casi nueve meses.
Había seis computadoras y el estudio fotográfico donde se hacían fotos tamaňo infantil, credencial, pasaporte, título y diploma, las más. También había servicio de restauración de fotos viejas y maltratadas. Llegaron varias fotos rebonitas y reinteresantes de gente joven, vieja y niňos retratados entre los aňos cincuenta y hasta una de 1884.
Tuve muchos problemas con las compus, fue muy desagradable atender a la gente del internet porque como siempre fallaba algo muchos reaccionaban con enfado y hasta con gritos, azotes y groserías. Luego Luz descubrió que la colonia defeňa con mayor demencia en su población era la Roma, sobretodo la Roma Sur, justo donde estábamos. Además recibíamos gente que venía de todas partes de la ciudad, del país y del continente porque, primero, estábamos rodeados por las salidas de metro Centro médico que era el cruce entre la línea verde y la café. Segundo, porque estábamos a una cuadra del hospital Centro médico siglo XXI, con trato y servicio medieval. Tercero, estábamos a unas cuadras de la Condesa que es muy conocida en todo el mundo y por eso acudía al internet gente de otras partes, pero puro extranjero lacrilla, mucho defeňo lunático, neurótico y raros, mucho provinciano con cara de sufrimiento porque se les moría un pariente en el hospital y se les acababa el varo para pagarse hospedaje y comida. También llegaban muchas personas jóvenes vestidas con mezclilla deslavada o destintada, zapato café nuevo y grande o largo, camisa o playera pegada blanca o azul claro, lentes oscuros grandes y feos, y pelo con mucho gel peinados al estilo de no sé, cantente televiso y provinciano, que preguntaban con un tono de voz forzado y feo: hola, oye, queda cerca la Condesa?

viernes, octubre 23, 2009

Al final de mis veinte. Parte II

Va. Órale. Chido. Chingón. Pocamadre. A huevo. A toda madre. De huevos. Que si no. Expresiones que cerraban el trato una y otra vez en la compaňia fiel de las caguamas. Íbamos a fiestas, organizábamos reuniones para jugar dominó cubano durante horas mientras tomábamos cerveza y fumábamos como desesperados, sobretodo él y yo, los hombres del cuarteto. Las mujeres también fumaban, y mucho, pero no tanto como nosotros. Así habrá pasado mes y medio.
Las chicas se juntaban para organizarse y planear el negocio. La pareja amiga tenía enlistado varios locales en renta desde antes de que surgiera la idea de la sociedad. Se decidió por un local que estaba sobre Baja California, a media cuadra de la av. Cuauhtémoc. Llamaron para preguntar cómo estaba el bisne y que querían rentar el local. Les dieron algunas largas mientras veían otros lugares. Uno era un local en la Roma que rentaba un ruquín que se decía licenciado, el licenciado, dando por hecho que todo mundo sabe que eso significa que es abogado. No estaba mal el local, pero no las convenció. Creo que vieron otros locales y ya se desanimaban cuando les dijeron que sí en el local de Baja california. Necesitaban un fiador y consiguieron uno en una oficina que prestaba nombres para ser fiadores. Luego fueron a la oficina que se dedica a administrar locales, depas y casas. La dueňa del local vivía en un departamento en el mismo edificio, uno sencillo y pequeňo de infonavit, donde estaba el local. Y la arrendadora les aceptó el fiador y firmaron un contrato por un aňo y un pagaré por sesenta mil pesos por cualquier imprevisto que pasara. La que se comprometió con las firmas del contrato y del pagaré fue Nelly, la amiga de Luz. Obtuvieron el local.
Lo que tengo que ver en todo esto es que yo le ayudaría a Luz a atender el negocio. La mitad del día estaría ahí. Nelly no podía atenderlo porque tenía que estar en otro negocio que ella tenía solita, en la Condesa, además del estudio de la Doctores que lo atendía Sergio, su novio, y colega mío en la chamba de ir a comprar caguamas y servirlas en cuatro vasos. Quiero aňadir que Sergio y yo jugábamos mucho ajedrez, pero mucho, a veces Nelly se iba a dormir a su cuarto, si estábmos en su casa, y Luz se iba a dormir también pero a la casa.

domingo, octubre 18, 2009

Al final de mis veinte. Parte I

La razón por la que llegué a San Cristóbal de las Casas proviene de muchas partes. Pero empezaré con lo más cercano y directo. Luz, mi novia, y yo nos juntamos nuevamente (yo me fui a vivir a su casa y ella me recibió con gusto. Después de que me sacaran de mi casa por no pagar la renta) y ahí estábamos. Ella trabajaba en varias cosas, se conseguía trabajos donde escribía en medios de la red y yo no conseguía ningún trabajo, como siempre. Pero puedo decir que sí los buscaba y por alguna u otra razón no me llegaba nada. En ese momento ella me mantuvo, de plano. Y yo podía seguir pendejeando con eso de que era escritor y leer en la casa, escribir o corregir, y hasta con ir a la universidad, con veintinueve abriles y todavía yendo. Una universidad mediocre que quería ser mejor que la UNAM en poco tiempo. Pero que en realidad era la institución legal de adoctrinamiento político más grande del país: la Universidad Autónoma de la Ciudad de México, la UACM. Y si no estabas de acuerdo con ellos no te dejaban terminar el ciclo básico y menos la licenciatura completa. Querían ser los buenos, pero se convirtieron en los malos. Pero bueno, ahí estábamos Luz y yo en su casa. En ese momento nos llevábamos con una pareja de amigos con los que nos emborrachábamos por lo menos una vez a la semana. Ellos regresaron al df recientemente del sureste mexicano y habían trabajado como vendedores y proveedores de tiempo aire de Movistar. Parece que tuvieron un problema con el jefe y se regresaron imprevistamente al df. Ellos tenían una hija de unos seis aňos que hablaba con acento yucateco, campechano, tabasqueňo y chiapaneco. Esta pareja, antes de irse al sureste, tenía un estudio fotográfico en la doctores y lo seguían teniendo, mientras no estaban se los administraba la madre de él. Nos platicaron mucho de lo bueno que era tener ese negocio y el dinero que les dejaba y que pensaban abrir otro. Entonces a Luz se le ocurrió la gran idea, era una gran idea estando pedos en la mesa de la casa, de abrir un estudio fotográfico en sociedad con ellos, más bien con la mujer. Ella aceptó de muy buen humor y también le pareció una idea genial, increíble, usaban estas palabras mientras los vasos chocaban por encima de la mesa.