martes, febrero 24, 2009

¿Escritor? ¿Para qué?

Ser escritor es como ser alcohólico, es un suicidio lento y tortuoso.

Aquí dejo un enlace que podría aclarar varios asuntos de la carrera del escritor. Enlace.

martes, febrero 10, 2009

Tres asuntos en uno

¿Saben lo que es ciento diez pesos de fruta? Son dos kilos de manzana, dos melones de sabrina, una papaya de niurka, un par de toronjas de Charlize Theron y otro par de toronjas, pero de Christine Ricci, medio kilo de fresas del mal, dos kilos de mandarinas y un kilo de plátano para subir el potasio.
Esto lo conseguí en el tianguis de la Escandón. En el súper o en el mercado que sea los precios pueden subir un poco o un mucho.
Pero, a todo esto, lo importante es que después del tianguis, donde me chuté una plática entre una señora estúpida y un verdulero, la cuál también iba dirigida a mí indirectamente porque me volteaban a ver mientras yo me hacía pendejo mensajeando en mi celular. La señora, una mujer horrible con ganas, mencionó que su abuelo o su padre era español. Información que nadie le pidió y que no venía al caso, además de mencionar que lo prieto es feo. Dos detalles, dos formas de ser, dos actitudes que crean consecuencias negativas en el autoestima del mexicano. Casi le doy un zape a la vieja urraca sin personalidad, además que no se le dormía la lengua y equiparaba la atencion del verdulero que no me atendía.
Pero, ya, ahora, sí, después del tianguis, regresaba a mi casa tranquilamente por la banqueta cuando me dio un escalofrío ñañaroso en el pecho. Comencé a sentir dificultades para respirar. Las paredes de mi nariz se raspaban con partículas polvosas y afiladas. La atmósfera me olía mal, a gases tóxicos, a suciedad, a excremento, a metal y a vidrio. Yo jalaba mi bolsa de tela con ruedas o mi carrito de tianguis que acrecentó tres veces su peso. La causa de este remolino de sensaciones venía de frente hacía mí. Conforme se acercaba yo no lo podía creer, me imaginé a toda la ciudad con la misma ayuda dentro de no poco tiempo. Por fortuna se acabó cuando nos cruzamos, yo me fui de largo sin voltear para atrás y el señor que venía con un tanque de oxígeno, igual que si fuera su perrito, pero en vez de correa, era una manguera delgada y transparente que no terminaba en la mano, llegaba a la barbilla y se dividía en dos para luego perderse en los hoyos de la nariz, también se siguió de largo.

martes, febrero 03, 2009

Sensaciones extrañas en el cine

Vi dos películas en el cine Lido. Ahora el cine es atendido por una compañía llamada Arthouse y pone películas que son selección oficial de Berlín, etc. Antes de que empiece cada película, ponen anuncios donde informan a las únicas dos o cuatro personas que ocupan la sala. Rico, ¿no? Una sala vacía para ti. Bueno, pero se anuncian películas de directores famosos e importantes y de películas escogidas por los festivales internacionales que están en DVD. Y son unos anuncios horribles, son tan feos que parecen invitarte a comprar un DVD pirata de películas tontas.
De las dos pelis que vi, me gustó una que era inglesa y que mi cuata Emma la describe muy bien. La otra no, una tailandesa, fuchi, me pareció que la hicieron unos dieciochoañeros rudos pero sin poder ocultar su ñoñez.
Lo muy bueno de ver aquellas películas es que la entrada me costó veinticinco pesos. Yo fui con mi chamaca bien divis divis, pero se puede ir muy bien solo, aunque recomiendo que uno o una vaya acompañado de su sexo favorito porque si son los únicos que están en la sala, esa ausencia de gente invita a que haya algo, pues, ya saben, caldoso y suave o carnoso y duro para que luego, pues, ya saben también, una buena cogida llena de adrenalina por el miedo de saberse sorprendido en cualquier momento por gente extraña.