viernes, septiembre 28, 2007

Butano mierdano

Estoy esperando a que griten: ¡gaaaaaaaas! Sí, se me acabó. El tanque me duró cuatro meses. ¿O cinco? Creo que cinco. Es el que pesa cuarenta kilos. Cuesta cuatrocientos veinte pesotes. ¿O cuatrocientos cuarenta? Creo que cuatrocientos cuarenta. Me duró tanto porque lo cambié de lugar. Ates estaba arriba, en la azotea, ahora está en mi zotehuela de un metro por un metro. Antes me duraba dos meses, situación rara, mi consumo era poco y el tanque, grande. Otra vez, me duró tres meses. Otra, dos meses y medio. Comencé a sospechar de mis vecinos y de los gaseros; a lo mejor alguno de ellos me cambiaba el tanque por otro vacío. Que lata, pensé, y que jodidos, juzgué a los posibles responsables: se roban un tanque con aproximadamente doscientos a trescientos pesos de gas, quizá hasta menos, con el riesgo de que los cachen -cuatro años de cárcel por robo mínimo, insignificante-, además de sufrir una posible hernia porque el tanque pesa mucho. La última vez que pasó esto, el tanque me duró un mes y me dije: a ver galán, tienes que hacer algo, ya. Y sí, lo cambié a la zotehuela. Ahora me dura cinco meses. Todavía no sé quién hacía esas fechorías, pero ya ni quiero saber. Ojalá y pase pronto el camión de los tanques. Hace frío y no puedo ni quiero bañarme con agua fría.

domingo, septiembre 23, 2007

Salió raspadito

El otro día fui a trabajar de cocinero a una sesión fotográfica para la publicidad de una cerveza a un estadio de beisbol. La gente vestía con ganas de verse chingona. La cocina era de nivel internacional, los modelos de gimnasio y amistosos, todo muy "nice". Después de la comida, por ahí de las cuatro de la tarde, fui al baño a orinar. Los baños que usábamos eran los del estadio y olían a orina de cerveza. A pesar de haberse lavado en ese momento con un chingo de cloro. Me acerqué al urinario de esos largos y de cemento pintado de azul. Había entrado campante. Me bajé la bragueta y me distrajo un ruido. Miré hacia atrás y había un hombre en uno de los retretes sentado de aguilita y con la puerta abierta. Bueno, cada quien, pensé. Era un señor de bigote con lentes que ya había divisado durante el día. En eso escuché el ruido de periódico arrugándose, seguido de un gemido de dolor. Escuché otros dos. Se limpió tres veces con bolas de periódicos grandes. Se subió los pantalones y salió tratando de sonreír. No se lavó las manos y todavía trató de acomodarse los calzones con un movimiento de piernas y nalgas dejando salir una mueca de incomodidad. Terminé de orinar. Me lavé las manos. Salí del baño. Caminé de regreso y me topé a este señor que me sonrió como si nos hubiéramos encontrado en alguna plaza, de una manera alegre y despreocupada.

lunes, septiembre 17, 2007

Dos grandes exposiciones fotográficas para todos ustedes.


viernes, septiembre 14, 2007

Chanclas desastrosas

Patricia, dime una cosa. ¿Cómo quieres mejorar?
Gónzalo, la verdad, la puritita verdad, no sé, bueno, más o menos, quiero tener hijos con un güerito y así, mejorar.
¿Qué? Pero, no entiendo tu lógica.
Sí, así, como lo escuchaste. Pero, la verdad es que no me gusta hablar de eso. A algunos les molesta, pero otros me entienden.
Yo ni te entiendo ni me molesto, sólo me parece raro.
A mí también. Una vez tuve un novio moreno y mi abuela y mi papá me dijeron que no me meta con indios. Y él no era indio, sólo moreno. Toda la vida me ha dicho mi familia que mejore la raza y se ríen.
Sí, lo he escuchado. No me gusta eso. A mí también me lo han dicho.
Ah, y eso no pasa sólo en México, pasa en muchas partes del mundo.
Oye, Patricia, pero eso es racismo del malo, ¿no?
Ay, Gónzalo, no me salgas con esas cosas, el mundo así funciona, es más fácil conseguir trabajo, placeres y un trato mejor de la gente al ser de raza blanca, y güera, más.
Sí, lo he notado, es evidente.
Hay un chavo que me gusta mucho, seguido voy a su casa y me quedo a dormir con él, pero es de rasgos indígenas, así que no lo muestro. No se lo presento a mis amigos y a mi familia menos. Mi padre una vez que estaba medio pasado de copas me dijo que si yo me casara, incluso que si me veía con un indio me quitaría el departamento y el coche. ¿Qué hago?
No, pus, no sé. Digo a mi no me importa si estoy o no estoy con alguien así o asado mientras me sienta cómodo con esa persona.
Mmmm...
Lo que sí es que no me metería con alguien que piensa como tu papá. Es más, a veces los rechazo.
Gónzalo, pero, creo que él te rechazaría primero y no te daría trabajo, si fuera el caso de que se lo pidieras.
Hay mucha gente con poder, poquito (como tu papá) o mucho, que no son como él.
Mira al mundo y dime qué países lo controlan. Ajá, los blancos. Dime quiénes tienen el mejor arte, los mejores apoyos, las mejores organizaciones sociales, etc. Los blancos.
Creo que está más complejo que eso, Patricia. No se puede entender el mundo desde las cuestiones raciales.
Gónzalo, ¿quieres otra taza de café?
No, creo que voy a pedir un té y una torta.
Aquí no venden tortas, que gracioso eres.
Bueno, una chapata de jamón con queso.
Mesero, me traes una chapata de jamón, un té y otro capuchino para mí. Ah, bueno, y una galleta de avena.
Patricia, debiste ver tu cara. Te sonrió sinceramente y tú le hiciste una mueca espantosa, como si él tuviera un pedazo de caca embarrada en la cara. Y eso que es blanquito, más blanquito que tú.
Sí, pero, es un pinche meserito.
¿Qué? ¿Ahora también los meseritos? Y qué más. Bueno, sí, también un homosexual o una persona preocupada por el bien común y la equidad social, que para ti ha de ser un comunista de porquería.
Gónzalo, cómo supiste. Pero, bueno, yo tengo amigos gueys, son divertidos, son como una amiga y me dicen cosas bien chistosas de sexo que yo no me atrevería a decir.
Oye, Patricia, y la gente que no le parece lo más importante el dinero y la vida empresarial.
¿Qué otras cosas les puede interesar? ¿El arte? ¿Las cuestiones sociales? ¿Los libros?
No sé, Patricia, cualquier otra cosa, pero el dinero no.
Pus, qué ingenuos, como dice mi papá. La humanidad se ha construido hasta la fecha gracias al dinero. Sin el dinero, creo que no estaríamos tamando este café tan tranquilamente.
Bueno, en parte sí, pero ya, que hueva. Mejor cancelamos lo que pedimos y nos vamos a tu casa, ¿no? Dijiste que tienes un colchón nuevo formidable, ¿no?
Ay, Gónzalo, sólo piensas en eso, a ti no te preocupa el dinero, si no el sexo.
Bueno, no tanto. Pero, ya, no que querías hablar de otras cosas. ¿Te rasuraste bonito?
¡Gónzalo! Shhhh, nos van a escuchar.
¿Y?
Yo soy una mujer decente. No puedo exhibirme de esa manera.
Patricia, se me ha estado olvidando algo, con toda esta temática, tu familia es de Tlaxcala y es morena y es de origen tlaxcalteca.
Sí, bueno, mmm, pero los tlaxcaltecas le ayudaron a los españoles cuando llegaron a estas tierras. A tus tatatarabuelos.
No me chingues, Patricia, estás diciendo puras sándeses, no lo puedo creer. Es incríble.
Gónzalo, ¿te quieres casar conmigo?
¡¡¡¡Qué!!!! Bueno, tú estás loca. Quieres mejorar la raza conmigo, jajaja.
¿Te estás burlando de mí?
Sí.
....buuu...
Patricia, no llores, no es para tanto.
No sabes cómo he sufrido por ser como soy.

viernes, septiembre 07, 2007

Papitas

A Rodrigo se le ocurrió hacer papas a la francesa, pero no de la manera tradicional, en tiritas, sino en rodajas, dejándoles la cáscara. Mmmm, que ricas papitas, pensaba. Tenía las rodajas friéndose en una sartén, tomó el teléfono y le habló a un amigo. Sonó varias veces antes de que le contestaran, hasta que por fin se escuchó del otro lado:
¡Aquí Ruy Guka! Rodrigo se rió por la forma en que le contestaron. Le pareció que habrá corrido a contestar dejando de hacer o ver algo que le emocionó. Se saludaron. Se preguntaron qué hacían y qué harían más en la noche -por alguna fiesta-. No, pus nada, dijeron ambos. Rodrigo le platicó sobre las papas que estaban tomando un color verdoso. ¡Verde! Gritó Ruy Guka al otro lado del teléfono, alarmado por la noticia. Hablaban sobre la cocción de las papas. A lo mejor tomaron ese color por la cáscara. Quizá si las dejaras un momento más en el aceite cambian a cafés. ¡No, se están quemando! Contestó Rodrigo y luego recordó cuando hizo una vez papas en el horno microondas: quedaron deshidratadas completamente y crujientes. Incluso más sano el asunto que fritas. Órale, no sabía, que chingón, le dijo Ruy Guka. Rodrigo quedó algo destanteado por no saber la razón por la que escuchó esa última frase. Imposible que lo haya escuchado decir en su cabeza lo del microondas. Prefirió no preguntarle y hacer como que no pasó nada. Pasarona a cualquier otro tema. De diez minutos era ya la llamada. Rodrigo se despidió diciendo que se le quemaron las papas. Chale, ni modo, escuchó Rodrigo y colgaron.