domingo, marzo 20, 2011

Y no estoy escribiendo ninguna autobiografía alcohólica... porque simplemente creo en el amor y, la neta, me vale verga

En la fiesta descrita en el post anterior no pasó nada de nada, mi mente quiso pensar en lo peor, todo estuvo bien y hasta alegremente divertido. Sí dormí en el metro, eso sí, esperando a que abrieran las puertas de la entrada.

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Llegar a mi casa a cenar y que haya platos en el fregadero: eso es triste. Esta frase la leí hace un tiempo y la guardé porque me gustó muchísimo. También porque es una imagen que encuentro seguido, incluso me dije la frase alguna vez. 

miércoles, marzo 02, 2011

¿Un trío?

Hace como tres sábados en la madrugada bailando entre mucha gente con un diye y su musiquita medio fea a todo volumen besé a una chica. Después de ese beso dejamos de besarnos hasta que nos despedimos a las siete de la mañana. Restregábamos nuestros cuerpos al ritmo de la musiquita como si estuviéramos cogiendo en la pista de baile. Ella puso su arete dentro del bolsillo de mi pantalón y me dio su teléfono. ¿Qué días y a qué horas será más conveniente llamarte?, le pregunté. Cuando quieras, me respondió mirándome con sus ojitos brillantes de ilusión y gusto. Va, listo, a huevo. Oye, pero ¿y por qué no podemos irnos a tu casa o a mi casa ahorita?, le pregunté. Hoy no puedo, me respondió dándome varios besos. Y luego ya, nos despedimos con la turbia luz del amanecer praguense.
No le llamé al día siguiente, seguramente estaba descansando de la cruda y la trasnochada. El lunes le mandé un mensajito que decía "pienso mucho en ti, me gustaría ir a tomar un café, un té o lo que sea un día de estos". No me contestó. Qué raro, pensé, por qué no me contestaría. Estaba muy intrigado porque el sábado que la conocí parecía que nos comeríamos como se come una Tutsi Pop. El martes pensé que a lo mejor no tendría caso buscarla otra vez, quizá se le complicó algo con alguna relación que tendría, no sé. El miércoles decidí mandarle otro mensaje: "te invito a mi casa a tomar un vinito y a que te dé un masaje rico". Esta vez recibí una respuesta: "muchas gracias por la invitación. Ahora no estoy en Praga y además le incomodaría mucho a mi novio, a quien le pertenece mi corazón, que yo fuera a tu casa por un masaje. Pero, seguramente te conformarás con mi amistad. Y S. y yo trataremos de buscar un tiempo libre para ir a visitarte al restaurante y probar una buena comida mexicana. Te esperamos el lunes en nuestra casa muy emocionadas." Leí esta respuesta y me dije, qué demasiado raro, nos habíamos besado durante horas, me dijo que la llamara cuando sea, por qué chingados me salía con eso de su novio a quien le pertenecía su corazón. Pensé, a mí qué chingados me importa a quién le pertenecía su corazón, yo no quería su corazón, era lo que menos me interesaba. Y luego quién era S., pensé que a lo mejor era la amiga con la que estaba y la que me había tomado la mano, acariciado mi brazo con sus senos y mirado coquetísimamente cuando la de los besos había ido a comprar cigarros a la máquina de cigarros. Si sí era su amiga, a lo mejor no me acordaba, el sábado estaba pedón, pero me imaginé un trío, a huevo. Pero qué raro eso del novio. También pensé que a lo mejor me esperaban en su casa ella y su novio, ¿para un trío? Me empecé a preocupar. No sabía qué pensar. Dejé pasar jueves, todo el día del viernes y en la noche le mandé otro mensaje: "Yo también estoy muy emocionado por lo del lunes. Mándame por favor la dirección y la hora para que llegue chido y a la hora precisa". Su respuesta fue la siguiente: "Ruy, esto ya está muy raro y yo y mi novio ya nos estamos enojando. Yo decía lo del lunes por las clases de español de mi hija que sabes muy bien es a las cuatro y sabes cómo llegar. Mi novio dice que ya no quiere que mi hija prosiga con las clases de español, así que ya no vengas. Gracias por tu comprensión. Adiós". Se me subieron los huevos bien cabrón y palidecí horrible, pensé que me desmayaría por la desagrable sorpresa. Me sentí estupidísimo. Me había confundido en la lista de contactos con la mamá de la quinceañera a la que le daba clases privadas de español. La chica del sábado y la mamá de mi estudiante se llamaban casi de manera idéntica. Fue muy vergonzoso y le escribí de nuevo diciéndole que me había confundido de contacto en el teléfono y que me sentía muy tonto y avergonzado y esperaba que no se enojaran mucho conmigo ella y su novio y que entiendo bien que se acabaron las clases por este malentendido tan incómodo. Ya no me contestó.
A la chica del sábado ya no le hablé porque pensé que le desagradaría que la llamase una semana después, además me sentía medio mal y en shock. Bueno, también me reí un chingo porque por otro lado estuvo muy gracioso.