lunes, enero 31, 2011

Cenando y poquito antes de cenando

Sigo en Praga... Hoy me preparé unas quesadillas con chorizo español, salsa roja de chile habanero y guacamole, estuvo delis delis. El chorizo lo compré en el supermercado Albert, el chile habanero en el supermercado Tesco, el jitomate, el aguacate y el cilantro en la tienda Mary, de unos vietnamitas. Las tortillas eran de harina y yo las hice, no me salieron muy buenas, la neta, es más, me salieron bastante malas, parecían más bien un pan árabe delgadito.

Para las tortillas de harina seguí una receta en internet de una señora de Sonora donde leí que las tortillas de harina en Sonora tenían una tradición centenaria, desde el año 1545. En la lista de ingredientes la señora escribió: "un kilogramo de harina apartando tres puños de harina". En el modo de preparación, en la parte donde había que hacer unas bolitas y aplanarlas decía: "para la aplanación de la masa hay que usar un palote (en Sonora le decimos también rodillo) y usar un poco de harina para que no se pegue la masa (no que no, les dije arriba que separen tres puños de harina del paquete, recuerdan?)".

Mientras cenaba vi dos capítulos de una serie inglesa bien friki, The inbetweeners, que me hace estallar de risa sorpresivamente unos segundos, luego ya me calmo y me digo, no mames, qué cagadamente estúpidos están estos güeyes. Ay, sí, no me digo toda la frase entera, sería demasiado, sólo parte de ella, pero por un efecto mejorador la puse así. Dejo uno de esos dos capítulos.

lunes, enero 24, 2011

Salmón mexicano

Así como lo leen en el título. Estaba en un súper de Praga y fui al estante de los atunes, que por cierto están bien caros, cada lata de atún decente cuesta entre treinta y cuarenta pesos. Escogiendo la marca que más me latiera vi una lata con una banderita mexicana en la etiqueta, la tomé y leí "salmón mexicano". Según yo en México no hay salmón, ¿dónde?, no, pus no, no hay. Pensé en dos cosas: una fue que un mexicano haya comprado un terreno con un pedazo de río en Canadá donde pescaba o criaba salmones y como era mexicano y quizá sabría o pensaría que el imperio azteca y el novohispano llegaban hasta esos lares, este güey puso en la etiqueta "salmón mexicano". Y la segunda fue que México sea un producto más vendible que el salmón y por eso el productor de ese salmón enlatado lo calificó como "salmón mexicano", tanto así que diseñó la etiqueta con una bandera de México grande, como si lo que se vendiera fuera más México que el salmón. Digo, no sé, pero eso pensé al descubrir esa lata de salmón, parado frente al estante en el súper que estaba a punto de cerrar, ya habían bajado la mayor parte de sus rejas. No pude pensar más sobre el asunto, debía pagar mi lata de atún y salirme de ahí cuanto antes. El lugar estaba desolado de clientes y los trabajadores que quedaban mostraban un ánimo de hartazgo y desidia. 

martes, enero 18, 2011

Caliente, caliente, no, ya no, frío, frío, helado

En Praga ha estado haciendo entre ocho y once grados. A comparación del año pasado por estas fechas teníamos de entre seis y doce grados bajo cero. No es que extrañe los número bajo cero, al contrario, me parece pocamadre que no haya tanto frío, además en muchas jardineras en las orillas de los parques de la ciudad ahora se dejan ver unas manchas de un verde brillante muy iluminado, hojitas que si siguiera así el tiempo en un mes serán matorrales o hierbas comunes sin mucha personalidad. El año pasado hizo un frío escandaloso incluso hasta principios de mayo, parecía que nunca se acabaría la cola del invierno, un invierno profundo y penetrante, un invierno castigador. Ahora parece que hará un calor escandaloso y castigador en verano, quizá este verano se calcine la parte de bosque ruso que no se pudo calcinar el verano pasado.

Este texto siguiente es un ejercicio de lectura y comprensión que les dejé a muchos de mis alumnos de español tanto en la prepa como en las clases privadas.

Me llamo Jaroslav Povijnic. Nací en Praga el veintiocho de octubre de mil novecientos setenta y cinco. Estudié en la preparatoria Na pripotocni. Después entré a la Universidad de Carlos a estudiar biotecnología. Hice un master de química en la Universidad de Princeton, en Princeton, New Jersey, EUA. Trabajé en los laboratorios Cactásea S. A. en el desierto de Samalayuca, Chihuahua, México, en un proyecto para hacer tecnología parecida a la de un cactus aplicada en una casa y construirla en el planeta X-320. El planeta ahora se llama Cactonia, ya no es X-320. También trabajé en la empresa Baatar en Mongolia para desarrollar autos con pasto y plantas en la carrocería.

domingo, enero 09, 2011

Sí, amor, y qué, soy un hombre amoroso, me encanta serlo

Tengo un pequeño problema. Resulta que cocino a toda madre de bien cabronamente rico, pero quiero adelgazar, hago ejercicio unas tres veces a la semana desde hace un mes, entre cardio y máquinas. Y hoy me compré medio pato, un bordeaux, poro, una lechuga y un paquete de arroz. Hice el medio pato en el horno al vino tinto con poro, ajo y hierbitas mágicas. Hice una olla de arroz en la estufa. Hice un platón entero de lechuga equivalente para una familia entera con un chingo de aceite de oliva. Me serví la pierna y el muslo con bastante arroz que mojé con la rica grasa y el jugo del pato. Me senté a ver cualquier estúpida serie de televisión bajada en la red. Me chingué dos capítulos y me acabé las dos piezas de pato. Como todavía me quedaba lechuga en el platón me levanté de la mesa para ir a servirme un buen pedazo de la pechuga de pato que dejé dentro del horno y me serví también varias cucharadas soperas de arroz. En el segundo bocado ya no podía más y aún así me terminé todo lo que había en mi plato. Le puse pausa a la serie en la compu, llevé los platos sucios al fregadero, luego fui al baño, me puse de rodillas, me reflejé en el agua del inodoro, respiré hondo, me metí el dedo en la garganta y vomité, repetí el proceso del dedo unas tres veces más y vomité casi todo lo que me había comido. Me levanté cansado del piso del baño, fui al lavabo y vi mis ojos frente al espejo cómo estaban rojos, lagrimeando y con las venitas saltadas por el esfuerzo hecho en el retrete. En varias ocasiones al mes me veo inclinado frente al excusado vomitando.

Como el amor brota de mis entrañas sin piedad e inexplicablemente, como cada poro salpica esa sensación extraña y fascinante, y eso que me pongo silicón en los poros y trato de evitar esas sensaciones para no parecer tan loco, pero no, brota sin piedad, dejo aquí una muy pero muy agradable rola.

lunes, enero 03, 2011

¡Berlinazo!

Berlín en año nuevo, chingón. Nos fuimos mi cuate el Pato y otro güey en camión de Praga a Berlín. Llegamos al restaurante La Pulquería, invitadísimos por otro cuate, el Zoelio. La Pulquería es un restaurante con una línea parecida a Las Adelitas de Praga. Cuando llegamos saludamos al Zoelio y a dos chicas que trabajaban ahí, una mexicana y una española, las dos bien sexis y lindas, una bailarina contemporánea y la otra dramaturga. Nos comimos un alambre de bistec y matamos el tiempo hasta las once en que empezó la fiesta. Hubo su cois, cada quien su gramito, digo, para tener una fiesta larga y chida. Estuvimos en el resta toda la noche bailando, platicando y esas cosas que pasan en las fiestas. Luego de ahí, como a las ocho de la mañana, nos fuimos a otra fiesta en un lugar llamado Kit Kat, creo, donde había que estar encuerado o en paños menores y donde puedes cogerte a una chica frente a los demás, claro, si la chica también quiere. Pero no nos dejaron pasar porque íbamos puro martillo y sin estar vestidos con ropa de cuero. Con los que íbamos nos contaron, ellos ya adentro en boxer con su rajita de canela, según nos detallaron, que llegaban a ver cómo entraba un tipo con su chica, los dos vestidos elegantemente, en un traje caro y ella en un vestido de noche lujoso, cómo se dirigían al guardaropa, se quitaban cada una de sus prendas y cómo la chica, con una figura escultural, se dejaba solamente sus zapatos de tacón y se ponía un moño rojo en el cuello.
De ahí nos fuimos a otra fiesta a un edificio de cuatro pisos abandonado, en ruinas, desde antes de la caída del muro, estábamos en la zona comunista, y que había sido ocupada por artistas o disqueartistas que más bien serían unos foreversazos, otros de plano ya drogos de hueva, que les gusta hacer grafitis, plantillas o stencils, performancear, poner discos y ese tipo de cositas. Pero el caso es que los ocupas chidos hicieron una fiestota para fin de año donde cobraron los cabrones diez euros por entrada y vendían chelas y alcohol en barras a toda madre patrocinadas por distintas marcas de alcohol. El edificio estaba lleno, la gente estaba entre cansada y enfiestadísima, había un chingo de chicas de todas las edades, casi no había seguridad y había cuartos con las puertas semicerradas con candados por donde se podía ver que había muebles, camas, ropa, etc. Ahí estuvimos hasta la una. La fiesta continuaba y el lugar seguía lleno, dijeron que la fiesta terminaría hasta el domingo dos o el martes cuatro. Nos fuimos a dormir.
Despertamos en la nochecita y nos fuimos a La Pulquería a cenar sopas aztecas, tacos de chorizo y enchiladas verdes. Ahí lloramos de la risa de tantas pendejadas chistosas que decíamos. Como a la una de la mañana nos fuimos a un bar tranquis sin mucho chiste hasta las tres de la mañana, yo me fui a dormir y los demás siguieron ahí hasta las ocho, hora en la que nos teníamos que ir al camión que salía a las nueve y media.
Caminando entre las calles del barrio Kreuzwerg, Kraftwerg, Crazy verga o algo así, en la madrugada, vi el interior de varios depas que me agradaron mucho, me recordaron un poco al Deefe, paredes desnudas donde resaltaba una planta despeinada u otro donde había cuadros grandes no malos, la neta, con un mismo estilo todos, seguramente el que o la que los había pintado vivía ahí o se cogía al que o a la que los había hecho.
La banda de Berlín nos platicó de un bar clandestino donde tocan bandas desconocidas y algunas raras.
También nos platicaron de otro bar donde no dejan pasar fresas y donde trabajan diyeis que ponen discos de electro y jai eneryi. Que incluso llegan a ir chicas buenísimas, preciosas, solas, y con minifaldas y que el cadenero no las deja pasar por fresas o por no sé, porque el güey no las considera conceptualmente propias para el lugar.
Luego, en la mañana del domingo, cuando nos íbamos al camión, transbordamos en una estación del metro y nos dimos cuenta que no llegaríamos a tiempo con el metro. Nos salimos de la estación para tomar un taxi y llegamos a una calle desierta donde no pasaba ni un solo auto. Miramos a lo lejos a una avenida donde pasaban varios autos y taxis. Corrimos hasta allá. Llegamos y no pasaba ningún taxi. Vimos que a unas cuadras había un cruce donde los taxis doblaban a la izquierda. Corrimos de nuevo, saltamos obstáculos, nos barrimos un poco por el hielo de las banquetas y cuando llegamos al cruce paramos un taxi que nos llevó hecho la madre a la estación de camiones, cruzó dos semáforos recién pasados al rojo y rebasaba rápido entre varios autos. Nos bajamos del taxi y corrimos al camión cuando a este estaba subiendo el último pasajero que quedaba por subir y en chinga luego luego de que subiéramos nosotros cerraron la puerta y el camión se movió. Regresamos a Praga sanos y salvos.

Detallitos: Alemania tiene ochenta millones de habitantes, de los cuales catorce son extranjeros. A los extranjeros los ayudan a integrarse y adaptarse a la sociedad alemana. Les dan ayudas sociales, económicas, les dan cursos de alemán, les consiguen chamba, etc. Con mil euros al mes a uno le alcanza para vivir, pagar la renta, comida, ropa, cine, libros, viajecitos cortos y fiesta. El sueldo mínimo está alrededor de los mil euros.