jueves, diciembre 07, 2006

El felino diabólico

Encontré en los escombros del pasado una vivencia extraña y un tanto estúpida. Dos cuates y yo íbamos en la combi del papá de uno de ellos. Estábamos en la Mérida esa de la que huí hace ya varios años y que siempre extraño. En tal ciudad-pueblo el alcohol se dejaba de vender a las nueve. Seguro que sigue igual. La única opción absurda era ir con algún clandestino. Llegamos a uno que estaba a una cuadra de la central de policía. Imbéciles; qué más absurdo. Bueno, esto era lo de menos.
A lado de la casa de venta clandestina habían dos señoras gordas, fachosas, sentadas a la puerta de su entrada. Esto sucedió en la parte vieja de la ciudad donde las casas son coloniales y la puerta de estas da directo a la banqueta. Tenían un escalón (tiene un nombre concreto), esos muritos que ponen en las puertas para que no entre agua o algún bicho. Ahí estaban sentadas con moretones en sus brazos descubiertos por el camizón sucio sin mangas que tenían puesto. Era costumbre que la gente tomara el fresco a la puerta de sus casas. Todo parecía normal fuera de las manchas verde negruzcas que relucían bajo sus miradas perdidas. Una de ellas nos habló gimiendo, con una voz chillona y desesperada. De alguna manera le pudimos entender que había un gato en su casa que estaba endiablado y que las asustaba logrando aventarlas hacia las paredes y muebles ocasionándoles los moretones. ¡Miren, miren! Dijeron mostrándonos también las piernas lastimadas. ¡Órale! Dijimos callados e impresionados. No supimos qué decir. Se veían trastornadas, hasta que uno de mis cuates les preguntó por el gato. Lo agarramos y lo pusimos dentro de una bolsa. Dijo la otra de las gordas. ¡Llévenselo! ¡Tírenlo lejos, al monte! Sopas catastróficas. Uno de los cuates se asustó, dijo que no y se metió a la combi. El otro, el que había preguntado por el felino diabólico les dijo que sí. Una de las gordas se levantó con rapidez y mucha habilidad. Entró a la casa que era un chorizo largo y oscuro hasta perderse en el fondo negro. Esperamos unos minutos. Vimos que la otra gorda seguía sentada moviendo su cabeza toscamente en la pared. Estaban completamente locas, sin duda. Aunque en ese momento pensé más en el gato y las consecuencias malignas que podríamos obtener por tomarlo con nosotros. Me dio miedo. Se dejó ver la figura grotesca de la mujer al acercarse a la luz de la entrada, tenía consigo una bolsa de mercado con un bulto quieto dentro y amarrada con una cuerda delgada en la parte de arriba. Nos dio la bolsa sin titubear. La tomamos. El bulto seguía quieto y en silencio. Además no se podía ver al gato, el tejido de la bolsa era muy cerrado. La mujer que nos dio la bolsa nos decía con un ademán de la mano, ¡lejos!, ¡lejos! y la otra sentada seguía restregando su cabeza en la pared mientras decía: ¡Malo! ¡Malo! ¡Malo!
Nos alejamos en silencio viéndolas por el retrovisor hasta que doblamos en la esquina. Pasamos varias colonias contemplando la bolsa e imaginándonos todo tipo de cosas. Cuando llegamos al clandestino estábamos de bromas, platicando y ya medio pedos. Pero de regreso la tmósfera era siniestra. No pudimos decir nada. De repente se nos salía una sonrisa nerviosa y temerosa. El valiente de los dos amigos abrió la bocota. Bueno, qué pedo. Ya, relájense, maaaricomes. Terminó de decir cuando el gato comenzó a pelear con la bolsa y a maullar larga, tenebrosamente y a un volúmen casi ensordecedor. Los tres nos pusimos pálidos. El valiente alcanzó a decir cortadamente, ¡no mames! El otro estaba pasmado y con los pelos de punta, él estaba en la parte de atrás junto con la bolsa; hasta subió los pies al asiento. Yo no me encontraba, no sabía dónde estaba mi mano ni si hacía alguna mueca de terror. Paramos junto a un lote valdío y nos bajamos todos rapidísimo. Nos sentimos a salvo parados fuera de la combi. Nadie se animó a tomar la bolsa que seguía moviéndose y sin dejar de salir de ella esos ruidos desagradables. ¿Qué hacemos? Preguntó uno. ¡Pus hay que sacarlo de ahí! Contestó otro. Safo. Se escucho. Safo. Safo. ¿Cómo le hacemos?
Antes, cuando era joven, tenía un sentido heróico bastante alto. Me animé a sacarlo. Temeroso y muy nervioso tomé la bolsa lentamente. La sacaba con cuidado y casi la aviento al suelo. ¡Bueno, vámonos! Dijo el cobarde. No, no podemos dejarlo así, en la bolsa. Pero y sí nos ataca o hace que nos aventemos a la combi. No mames. Entre el valiente y yo quitamos el cordón. Fue muy difícil, el gato se movía como desquiciado. Sus uñas salían por algunos orificios de la tela. Pudimos quitar la cuerda. Volteámos la bolsa y el gato salió rápido de ella. Se alejó huyendo unos metros y de repente se detuvo para mirar sobre sus hombros hacia nosotros. ¡Vámonos! Y nos subimos a la combi. Arrancamos y como si pisáramos los tres el acelerador. Bajamos la velocidad, suspiramos, descansamos, abrimos las caguamas, les dimos unos buenos tragos y nos empezamos a reír.

martes, diciembre 05, 2006

Soy un güey bien mediocre

Mal vivo de vender comida para gente trabajadora de la Condesa. Compro las cosas en la Merced, cocino en mi casa, pongo la comida lista en unas charolas de plástico del tipo de las que dan con el sushi en el superama. Pongo las charolas dentro de dos bolsas de plástico, en otra de tela pongo cubiertos en bolsitas de plástico con servilleta y un dulce. Luego las coloco en una caja de pollos pilgrims que me vendió un pollero cerca de mi casa. La caja está sujeta sobre la parrilla de mi bici. Con todo listo salgo a vender las charolas en 35 pesos. Vendo entre diez y catorce. A veces, por lo menos una vez a la semana, consigo vender solamente seis y el resto las regalo o nos las comemos Luz y yo. Un desperdicio de comida(a veces), tiempo, trabajo y talento(siempre), si es que lo hay, en mi venta. Salgo nada más de lunes a jueves y a veces los sábados.
Entre mis clientes hay una mujer que trabaja en el centro de lectura condesa y cada vez que voy a entregarle una rica comida salgo decepcionado y triste por mí porque alrededor de mí encuentro libros que toman algunas personas para sentarse en unos cómodos sillones a leerlos. Para colmo, hoy vi pegado en una pared del centro una hoja con el resultado de seis o siete ganadores de una beca, que otorgó el centro, para escritores jóvenes que no han publicado, o sea, como yo. Y me deprimí más. Me dieron ganas de arrojar las charolas de comida y patearlas hasta ver volar la salsa verde de chícharo que preparé hoy junto con lechuga aderezada y ejotes hervidos por la banqueta y mancharme los tenis y pantalones.
Este blog se debería llamar la sopa chillona. Parece que sólo sé quejarme y no resolver mi gran problema para encontrar un buen trabajo o para publicar o para encontrar la forma de leer y escribir sin que viva en la calle.
Quiero y no quiero. Necesito y desprecio. No hablo y me burlo. Quizá me gusta vivir en la pobreza, en la hueva, con frustración, fracaso, etc. Quizá todo esto es bueno para mí. Entiendo que uno en gran parte forja su destino. La verdad es que para conseguir cosas en la vida uno debe ser malo de alguna manera y yo no puedo. Algunas veces he escuchado que hay gente buena que puede tener una amplia libertad que le da el dinero, la fama, el reconocimiento, pero no sé. No, puras mamadas. Puras mis mamadas. Soy un fracasado porque quiero y san se acabó. Listo. Así es. Sin duda. Claro. Como no. A huevo. A la verga. Ni más ni menos. Ja ja ja. ........ Mmmmmm. Pues sí. Que me muera pronto si no merezco más de lo que soy. Que se muera Carlos Fuentes si soy un jodido chillón inepto para ser mejor. Que revivan Mansfield, Klosowski, Garro, Kafka, Sacher, Chejov, Saki, si yo, si yo, si yo no tuviera la habilidad para triunfar; y luego si revivieran que vayan a bombardear todo lo relacionado en el méxico ignorante, mierda, católico, cristiano, televiso, tvazteco, panista, priista y chingante.
Si quieren una charola de comida no duden en llamar a otro lado.

martes, noviembre 14, 2006

Bigote borracho


SE DA BESITO APESTOSO A DIESTRA Y A LA SINIESTRA TAMBIÉN.

martes, noviembre 07, 2006

Bombas con buena fe

Las de ayer fueron unas bombas muy bonitas porque las pusieron dentro de unas cajas que decían "Peligro bomba", eso uno, luego las hicieron estallar en la madrugada cuando no hay gente, y tercero fue que en la carta pública que alguien sacó justificando los estallidos pidieron disculpas a los vecinos por las posibles molestias que causaran los estallidos. ¿No les parece que fueron bombas bonitas?

lunes, noviembre 06, 2006

Una agarradita

Debo platicar algo que me sucedió. Un tipejo gordo y feo me agarró los huevos en mal plan y con fuerza. Carajo. Fui a una fiesta de disfraces en la Guerrero; tenía una peluca blanca, un sombrero, rimel en los ojos y los labios pintados de rojo. Me acerqué a platicar con dos hombres y una mujer. No sé cómo sucedió, no estaba tan pedo, no sé que habré dicho o hecho para que el tipejo reaccionara de semejante manera. Mientras me agarraba los huevos le temblaba un cachete y tenía los ojos furibundos. Solamente me le quedé viendo. Tuve oportunidad de mirar a la chava y el otro güey que estaban sacados de onda. Por fin me soltó este cuate y le pregunté que qué fue eso. Le tembló más el cachete y miraba hacia un lado y otro rápida y desordenadamente. Alcanzó a decir turbado que no sabía por qué lo hizo y que no supo lo que pasó. Los otros estaban asustados y me pedían disculpas. Les dije que no había pedo. De repente la chava dijo que lo mejor era que se fueran de la fiesta y así lo hicieron dejándome perplejo recargado en una pared viéndolos mientras salían por la puerta de la entrada. Fascinantemente desagradable. Además la fiesta estaba malísima. Que lata.

domingo, octubre 15, 2006

¿Quién toma solera?

He dado tiempo para que lean mis cuentos, pero parece que los cuentos no le interesan a nadie. No importa. No los considero fundamentales en la historia de la literatura. Lo que parece fundamental es mi vida de fracasator. Me fascina. Ahora estoy decidiéndome por largarme a algún lugar baratísimo para nada más que escribir. Lo que implica un lugar baratísimo es, que por cierto ya estoy en un lugar baratísimo, vivir a cientos de kilómetros del centro de la ciudad, con vecinos que tienen un vocabulario todavía menor del que usan mis vecinos actuales en la Escandón y aburrirme demasiado, creo.
La verdad es que no lo voy a hacer. Siempre digo que me iré a casita de la chingada sin llevarlo a cabo nunca. Me mantendré en la Escandón trabajando para pagar la renta y algunas otras cositas muy sencillas y mandar a la verga el valioso tiempo para leer y escribir, apenas y puedo poner unas letras en un pinche blog.
Trataré de escribir otro libro de cuentos o algo, lo que sea, para ver si ahora sí causa sensación.
El cuchitril ha sido un éxito. Hasta salió en la Jornada. Magnífico. Está bueno. Lo malo es que quizá añade sólo un episodio extra del cuchitril, pero ningún otro.
La semana que viene, es la última que laboraré en el barecito ese en el que he estado. Me siento bien por dejarlo, descansado. Este fin de semana sufrí un ataque de gripa multi febril. Así que falté tres días, que seguramente no me los pagarán porque no soy más que una especie de lavatrastes. No soy nada. Si me muero de gripa no pasaría nada. Así me siento últimamente.

En el bar conocí a un coreano, se decía coreano, que llegaba simplemente a chingar. Quería que se le sirviera solera con coca a la perfección, se sentaba en la barra, así que podía estar cerca de mí, cosa que me sacaba de quicio. Trataba de ignorarlo, de verlo como cualquier otra persona, pero cada vez que se acababa su vaso de solera con coca, además de solera, ¿quién toma solera?, golpeaba con el borde inferior del vaso sobre la barra seguidamente. Aunque viera lo ocupados que estábamos y nos tardáramos uno o dos minutos en servirle, en servirle, daba los golpecitos de nuevo con el vaso. Se tomaba unas dos o cuatro copas, decía que el bar le parecía horrible y que el servicio era espantoso, pagaba la cuenta y se largaba mientras todos, hasta los otros pocos clientes, dábamos un respiro de alivio y calma. Siempre hubo algunos hombres madurones que veían al coreano con unas ganas enormes de golpearlo hasta tirarlo al piso chorreando sangre. Cuando se largaba, algún güey o varios, relajaban la mano que la tenían apretada en puño y lista para dirigirla como proyectil a su destino por destruir. Incluso, el pinche coreano, llegó a acusarnos a varios de ser racistas. Claro, mientras decía tal estupidez, gritaba, alardeaba, movía los brazos; nos provocaba odio hacia su persona a la vez que jugaba con eso del odio hacia su físico; era un maldito desgraciado.

viernes, septiembre 15, 2006

Cuchitril (Parte 2)

Así con la macetas. Además una de las macetas venía rota.
Del techo de mi cuchitril empezaron a salir goteras y manchas verdes en la pared. Era época de lluvia. Agosto-septiembre. Me quejé como siempre. El reparador de los cuchitriles recibió, creo, que sólo media cubeta de impermeabilizante. Le señalé los lugares que consideré como los más perjudiciales. Quedaron unas manchas de rojo cavernoso por la azotea, parecía una pintura bonita; luego colocó encima de las manchas un plástico para que no las jodiera la lluvia. Y yo, por mi parte, compré silicón y lo embarré en las partes de donde salían las goteras que ya formaban unas grietas con sus estalactitas.
Cada vez que regresaba de la escuela o de algún otro lugar lo hacía en metro; metro Tacubaya es un maldito laberinto si es que se quiere salir por alguna de las veinte salidas en específico. Llegaba por fin a mi salida y me compraba una empanada de atún o de rajas. Entraba a mi casa, me sentaba en la mesa mirando hacia la ventana y me comía mi empanada. En ese tiempo no tenía ni tele. Podía leer bastante, escuchar la radio y usar una pc horrible en la que veía a veces un disco de chicas desnudas. El disco incluía un juego de memoria en el que si adivinabas las piezas que tenías que adivinar salía un video de la chava principal; y entre más rápido lo adivinaba más duraba el video y podía gozar de mayor profundidad del contenido.
Una mañana bajé por todas las escaleras de mi edificito y encontré el vidrio de la puerta de la calle roto, habían aventado una piedra, quedó la forma de una estrella; me gustó como quedó.
La renta la pagaba en un HSBC, siempre había dificultades porque fallaba el número de cuenta o el nombre. La vieja esa de la casera tenía varias cuentas a nombres distintos. Fallaba uno, le hablaba para avisarle que no entraba el número de cuenta. "Ay, a ver, prueba con esto", me decía. Fallaba. De nuevo y hasta que por fin entraba. Claro, mientras tanto, yo me gastaba mi tarjeta de teléfono. El segundo o el tercer mes decidí ir a su casa para pagarle. Llegué a donde vivía, casi sobre Félix Cuevas, a una cuadra del nuevo wal mart; me paré frente al elevador que se abrió y me encontré a la hija de la pedorra. Me saludó tímida y con pena. Ya la había visto cuando firmamos el contrato que se compra en una papelería y se había portado desenvuelta. Luego me dijo: "Te está esperando". Con una mirada como si yo fuera a hacer algo inmoral. Nos despedimos y subí. No entendí su actitud. Le toqué el timbre a la vieja gorda que me abrió contentísima, pintada, perfumada; parecía que flotaba un poco al caminar, parecía un hipopótamo sexy de las caricaturas. Me presumió varias veces su escotazo con sus tetotas. Ahí entendí a la hija en el elevador. A lo mejor ya se había echado a algunos inquilinos y la hija lo sabía. Le pagué a la gorda que se sentó junto a mí en el sillón. Le pedí un recibo, me lo dio y salí corriendo.

Duré unos dos o tres meses más ahí. Luego mi madre llegó a visitarme y me dijo que me saliera de ese lugar, que como podía vivir de esa manera, etc. Me consiguió un lugar mejor donde vivir y me salí.

martes, agosto 29, 2006

Recontrachale

Sigo en la chamba. Ayer me quitaron mi última muela del juicio que sobrevivía. No me dolió y salió como si ella misma así lo quisiera.
Hay un chavo que trabaja conmigo en el bar que siempre habla sobre la diferencia entre sobrevivir, vivir y una mamada como supervivir. Y ayer en la chamba fue un tipo que va seguido, un nuevo cliente de la güera, y me dijo: ¿sobrevives?
Chale, y recontrachale. Sí, le dije. Sí, sobrevivo.

domingo, agosto 20, 2006

Un mes y ya me estoy hartando

Llevo un mes trabajando de cantinero. Le sirvo chupe a una bola de gente bien pendeja y mierdera de verdad. Digo, no todos, ha ido banda muy chida, incluso he podido publicitar mi libro de cuentos dándoles un papelito con la dirección escrita sobre pegostes y alcohol que siempre hay en la barra porque no la limpio, hasta la rayo y maltrato. Todos pueden hacerlo, así tienen un gran motivo para ir a un pinche bar de la condesa, que la neta no está tan mal, es más o menos parecido al Barneys, Blackhorse y lo que era el tea gallery.
Los dueños del bar son varios y uno de ellos es una mujer de 28 años, güera, alta, delgada y de ojos azules; pendeja a más no poder, loca de remate, prosti de güeyes de 40 o 50 años (gordos, feos y mierderos) y con baro, ni siquiera muchísimo baro; que me caga la madre. Me dan ganas de decirle todo lo que puse. Pero la neta no vale la pena y vale verga. Mejor me burlo de ella cuando se dé, total, los dueños cabrones del lugar, los chonchos, están de mi lado.
Está muy loco todo el pedo de trabajar de cantinero cuando uno no piensa dedicarse a ello. Está algo atractivo al principio. Va gente rara, muy rara, extremadamente rara y no tan rara; sin incluir la personalidad del grueso de la población. Muchos de los raros son alcoholicos, los que llaman forevers, y de los que buscan llamar la atención de algún ingenuo o ingenua con sus historias y encantos. Ha ido gente sumamente solitaria, o por lo menos eso parecían en ese momento, o querían parecer, se veían tristes, abandonados, observadores, leídos o algo leídos o conocedores de la vida humana, con muchas arrugas o sin tantas.
Esto es un acercamiento, en este mes, desde ventanitas, hacia la humanidad.

martes, agosto 08, 2006

Mucho granizo






Ya es un poco tarde, pero aquí les puse las fotos de la granizada.

sábado, julio 29, 2006

La dire

Se me olvidó la dirección del post de abajo: Tamaulipas 56, Condesa. Adiosito. Un gustazo.

viernes, julio 28, 2006

Sale una margarita



No he tenido tiempo de elaborar "El cuchitril parte 2" porque entré a chambear a un bar. Me está gustando. Aquí pongo unas fotos del lugarcito.

Hay servicio de té e infusiones. Se los recomiendo, son muy buenos.

El lugar está en el subsuelo. Y tomé una foto de unos pies en la parte que está al nivel de la calle.


Por último: yo en la barra. En la segunda foto sale mi jefe.


miércoles, julio 19, 2006

Pastelitos

Cada dos metros me encuentro un pedazo de mierda en la banqueta. Si valiera el dicho que al pisar mierda uno tiene buena suerte, pues en la escandón, donde vivo, seríamos los más suertudos del mundo. Pongo fotos de la evidencia en desechos caninos.
Ah, pero el otro día me encontré un boquete, un maldito cerro, de mierda humana. No le pude sacar foto, cuando regresé con mi cámara ya no estaba. Lástima, olía tan bien.









domingo, julio 16, 2006

Mmmm

Ahora estoy cenando una lata de atún noruego que nos regaló la mamá de luz. Con galletas kraker bran. Creo que es atún, no sé bien porque viene con una forma distinta y está sabrosísimo, tanto que se puede comer solo con galleta. Mmm. Me faltó una m, m.

sábado, julio 15, 2006

El cuchitril (parte 1)

Viví un tiempo en Tacubaya, frente a una de las salidas del metro. Av. Jalisco estaba en la esquina de mi calle. Tenía cerca av. Observatorio, que luego se convertía en Alta Tensión. De ese lado estaba, no del Viana y el Bodega Aurrera. Por si alguien entiende ese mapa maldito, lleno de ignorancia y suciedad.
Vivía en un cuchitril protegido con muros de tablaroca, era un segundo piso; en el primer piso había un consultorio de obstetricia maloliente; en la planta baja era una bodega que se la rentaban a unos comerciantes informales que se ponían sobre la banqueta de av. Jalisco, de mi lado, donde había una base de micros. En mi piso había otro cuchitril por rentarse y un cuarto donde dormía a veces el señor que le hacía las reparaciones de ese edificio improvisado y otros que tenía la casera, una mujer gorda, vulgarsísima mal pedo, que se pintaba el pelo de güero, con facha de las mujeres que salen en programas mañaneros de televisa y azteca.
Mi cuchitril daba hacia la calle. Era una especie de herradura: entraba por una puerta metálica, pasaba por un pasillo estrecho de unos dos metros de largo, llegaba a un cuarto que se componía de una mesa, una alacena y una cocineta. La mesa y la alacena, parecían un regalo de Viana a la primera vieja pedorra que pasara por la calle y a la que le gustaría un pedazo de basura. Así. La cocineta consistía en una parrilla de dos quemadores sobre una repisa de cemento con azulejo, junto al lavatrastes. Luego de la repisa de cemento seguía una pared metálica con ventanas que daba a la calle y que en las noches, cuando se ponía un bocho con unas bocinas de antro vomitando por sus portezuelas y ventanas cosas como "mayonesa", de Thalía o de Moenia casi todas las noches, mi ventanal temblaba mucho.
Pasaba el pasillo, derecho me encontraba con lo que ya puse, y para la izquierda era otro cuarto, con una pared de tablaroca entre los dos cuartos, ahí estaba una base con su colchón. Por suerte yo traía el mío. El que estaba ahí tenía moho y manchas desconfiables. Le dije a la casera hija de la chingada que ese colchón ya no servía. Puso una cara la estúpida casi como si yo fuera un ingrato. Pensé que chalet, estas madres y peores se las rentan a gente que no se queja para nada, al contrario lo agradecen. ¿Por qué renté ahí? Por pendejo. Estaba desesperado por salirme de la casa de mi padre, además sentía que lo merecía o que lo tenía que vivir. Estuvo rudo, pero creo que valió la pena. Luego de la cama, seguía un ropero y un escritorio del tipo de la mesa y la alacena. Luego del escritorio seguía otro ventanal más pequeño y que no era de metal oxidado, este ya era de tablaroca. Entre el ropero y el escritorio dejaba un espacio para pasar al baño-regadera de un metro cuadrado, con su minúsculo lavamanos y un calentador apenas servible y del que me quejé seguidamente. Todavía el reparador que dormía a veces en el cuarto me dijo: parece que le caes bien a la señora, hasta macetas con plantas te puso. Es que me había quejado mucho. Hasta le pregunte que si no le daba pena rentar estas pocilgas, y puso unas macetas con palmeritas en el espacio común que teníamos el reparador y los dos cuchitriles.

jueves, julio 13, 2006

Perrilla

Vomité transparente en casa de unos cuates, me sentía raro. Y ahora tengo una infección extraña en la garganta, además de que una perrilla, creo que así lo llaman, una berruga pequeña en forma de grano, me está creciendo en la orilla del párpado superior de mi ojo derecho. Pero los que están más allá del bien y el mal nunca mueren.

jueves, julio 06, 2006

Estudio matemático

A lo mejor les interesa ver esta página de un matemático de la UNAM, se supone, en donde hace un análisis de las elecciones. A ver qué onda.

miércoles, julio 05, 2006

Uf!

¡Uf, uf, y recontrauf! Como dice el comentarista de futbol. Parece que va a ganar Calderón y con mayoría panista en el senado y en el otro. Vaya. Ahora van a poder hacer todo lo que no pudieron en estos seis años, si es que gana felipito, que es lo más seguro, todo así parece.

viernes, junio 30, 2006

El resultado de una suma triste

felipe calderón + tv azteca + televisa + opus dei + población ignorante y vulgar + mayoría priísta en el senado y en la diputaduría = un Ruy muy triste y en una continua e ininterrumpida decepción por la gente de mi país, o sea, por méxico. O quizá pueda ser un = un Ruy autoexiliado. O un = un Ruy suicidado. O un = un Ruy enojado que llevará a cabo un entrenamiento para ser un asesino perfecto, enamorame de una niña de, creo que de unos diez años, cuidar una plantita y matar a todos esos hijueputas sin que nadie lo descubra. O un = un Ruy simulando resignación por conveniencia y aprovechar lo que pueda aprovechar de la situación.

miércoles, junio 21, 2006

¡Ah, jijos!

Me comí un ácido un veinticinco de diciembre en la mañana. Y la noche anterior la pasamos en un pueblo en las lejanías del df. Se llamaba algo de coco. Dos amigos, una californiana y yo la pasamos ahí porque había conocido a un grupo de universitarios gringos de Michigan por medio de la escuela a la que me inscribí hace cinco años.
Había ido de excursión a Teotihuacan, lo organizó una maestra de inglés para que pudiéramos practicar nuestro pésimo inglés con esa banda de Michigan. Había visto a una mujercita bonita y con un culo precioso. No le hice mucho caso porque ella no me lo hizo para nada. Así que me mantuve en el bar del hotel de la zona con un güey con el que casi no platiqué. Al final del programa excursionista los michiguineses nos invitaron a pasar con ellos el veinticuatro en aquel pueblo del que no recuerdo su nombre. Prometí o amenacé que iría junto con la música y la droga. Sí, sí. Me dijeron.
Llegamos al pueblo en el auto de Omar, el avispón, uno viejo y verde, con todo el equipo de Mario, que lo usaba para trabajar como dj. Mario llevaba consigo a una californiana que le hacía jetas a los universitarios de Michigan. Omar llevó los ácidos y la mota. Ahí había alcohol y mujeres.
Sonaba maravilloso, pero precisamente esas gringuitas universitarias no eran de la onda sexual y alcohólica como las que salen en la televisión por cable. Una lástima. Hubo un grupo de rock y la música puesta de Mario. Casi no nos pelaron. Mario estaba ácido, bebiendo de una botella de vino y cotorreando con unos chavos del pueblo y el dueño de la casa mientras manejaba el armatoste. Omar bailaba y se mantenía cerca de la californiana que se supone acompañaba a Mario. Yo me ponía cada vez más borracho persiguiendo a las gringuitas que no me pelaban. Aunque debo decir que la que me había gustado en la excursión, la bonita con el culo precioso, creo que le llamé la atención porque en algún momento se sentó conmigo a platicar. No pude mantener una plática decente: balbuceaba un inglés horrible y ella no sabía español. Nice to meet you. Good night. Me dijo. Sí, que duermas bien. Creo que le respondí. Me puse triste, duré un rato despierto y luego me metí en mi bolsa de dormir. Ni modo.
Nos alistamos para irnos como a las ocho de la mañana. Mario estaba tirado en la banqueta de enfrente de la casa moviendo los brazos hacia arriba y riendo solo. Omar y yo nos comimos un ácido cada uno. La californiana creo que no se metió nada. Con todas las cosas en el avispón nos fuimos a tres ríos.
Nos metimos al bosque y nos tiramos al piso. Hubo todavía medio ácido para cada quien. Reímos. La luz me parecía más agradable de lo normal. Es más, la luz y los colores que me dejaba ver en las plantas me parecía hermoso. La chava se mantuvo metida en su bolsa de dormir, una bien chingona, ligera, delgada y que se guardaba en una bolsa del tamaño de un calcetín; calentaba excelentemente bien; estaba tapada por completo.
Así estábamos hasta que ella salió de su guarida friqueándonos, tenía la piel de color verde. Dijo que nos vayamos. Chale, le dijimos. Se veía muy mal, así que salimos del bosque y nos metimos en un puesto a comer sopa de hongos. Buenísima. Ella iba recuperando su color.
Salimos a la carretera escuchando al señor coconut a todo volumen yendo por el carril de alta a cincuenta kilómetros por hora. Un señor pasó junto a nosotros gritándonos cosas. Fue bello observar ácidamente la carretera mientras el sol se disponía con lentitud a esconderse, la música y todos callados. Llegamos a casa de Mario que vivía en la San Rafael. Las calles estaban desiertas. Bebimos otro rato. Nos quejamos de las gringuitas o más bien yo fui el que me quejé, frustrado.
Cayó la noche y me fui al cine. Llegué al Cinemark del CNA. ¿De la San Rafael al CNA? Sí, es que ahí hay un jardín enorme en el que se puede darse uno unos toques tranquilamente. Lo hice. Entré al edificio todavía con influencia del ácido, los párpados levantados sobradamente. La gente me miraba o eso creí. Pude verme en mi reflejo frente a una puerta de cristal y me di cuenta de que tenía ramitas en el pelo, tenía manchas de tierra en la cara, en la ropa y la parte baja de mis pantalones estaba sucísima, de color verde y café. Uta, con razón, pensé. Y ya sabiendo el porqué de las miradas sonreía y levantaba las cejas. Incluso recuerdo que una señora hasta levantó a su hijita para alejarla de mi cercanía.
Entré a ver "Lucía y el sexo" y chale, me dieron ganas de irme a Madrid. Había muchas señoras dentro de la sala llena. Cuando se dejó ver la erección del pene enorme del buzo que se encuentra Lucía en el lodo, una señora, atrasito de mí, dijo en voz alta "¡ah, jijos!" y toda la sala se rió.

jueves, junio 15, 2006

De compras

Salí de compras a dos mercados y en los dos me quisieron ¡¡tranzaar!! ¡¡Puta madre!! Carajo. Y, considerando un lado bonito, en los dos había dos viejitas que daban un precio honrado por sus verduras.
Uno de los hijos de la chingada me quiso dar a 26 pesos la espinaca y a 80 pesos la berenjena, seguramente ustedes no tienen ni idea de cuánto cuestan estas dos verduras, cosa que me vale verga, pero me las querían vender, una, al doble de lo que cuesta, y la segunada cuatro veces más. Estuvo demasiado cínico el asunto o me vieron una cara de pendejo bien cabrona. Ja ja ja. Pero, eso sí, después de comprarle las verduras a la viejita, regresé con el hijo de la chingada, le toqué el hombro con mi dedo índice, él giró la cabeza para verme, yo agachándome y acercándome a sus ojos le dije que era un ladrón, que me quería vender demasiado caro sus verduras, que que cabrón, que que tranza. Él es el dueño, me dijo señalándome a un analfabeto mierdero más alto y joven que el primer pendejete. Ah, dije. Que pinche tranzas. ¿No les da pena? ¡Tranzas! Volví a decir, ahora a los dos. En eso pasó el carnicero de enfrente del verdulero junto a mí, por el pasillo, creo que trapeaba, y me dio un leve codazo. Salió el otro carnicero para hacer como que trapeaba y me fui mirándolos feo a los cuatro. Hijos de su reputamadre¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡
Los odio, ojalá y se mueran. Me cagan la madre. Hijos de la chingada¡¡¡¡¡¡¡
Luego, algún chairo pendejo o algún ignorante "poser" que defienda causas nobles de manera ingenua me podría decir que esa gente no tiene varo ni educación y que está jodida. Que los verdaderos tranzas son los de arriba. Ay, estos hijos de la rechingada madre que me quisieron tranzar son hijos, primos, abuelos, nietos, lejanos o cercanos o eran sus vecinos de los que están arriba y son igual (a lo mejor ya no de la misma manera) de ignorantes, guarros, mierderos, analfabetos, tranzas, hijos de su rechingada madre. Digo, los tranzas, y a lo mejor no todos los tranzas que tienen poder y dinero no pertencen exactamante a esa calaña. Pero me doy a entender ¿no?
Puta madre.
Que bueno que existe el blogger para desquitar mi furia por aquí. No me quisiera ver organizando un grupo que se dedique a aniquilar a esta gente de mierda o aniquilándolos por mi cuenta.

viernes, junio 09, 2006

Cola loka reestructuradora

Hace tiempo una amiga me platicó que de niña tenía las orejas chuecas, mirando hacia el frente. ¿Y cómo es que las tienes normales? Le pregunté. Ah, es que mi mamá me ponía cola loka atrás de las orejas. Se pegaban a la cabeza, hasta que el cartílago obtuvo la forma que queríamos. Y una vez fui a una boda con mis papás teniendo el pegamento en las orejas para verme bien bonita y se me desprendió una. Ja ja ja ja. Me reí. ¿Y qué pasó? Me desprendí la otra también. Ja ja ja. Me volví a reír, junto con ella. Era una chava simpática y bonita.

miércoles, mayo 31, 2006

La foto

Frente a mi casa abrieron una tienda de motos con paredes de cristales que dan a la calle. Hace algunos días les dieron unas pedradas quedando cuatro estrellas algo separadas una de otra sin que se desintegrara el cristal. Saqué mi cámara y le saqué algunas fotos. Habían unos tipos recargados junto a una camioneta esperando algo. Terminé de tomarle fotos y luego me preguntaron que si ya podían cambiar el vidrio. Sí, claro, les respondí. ¿Por qué no? Y les sonreí. Bajaron la mirada ante mi sonrisa y uno de ellos la subió de inmediato y me preguntó que si no era el de los peritos que venían a sacarle fotos y huellas al cristal. No, sólo quise tomarle unas.... No me dejaron terminar dándose media vuelta mientras decían "mmm", "ah", y me ignoraron.
Traje la foto a mi computadora para trabajarla.
En la tarde salí a la tiendita pasando por el vidrio roto y ellos seguían ahí, ya dentro de la camioneta y hartos de la espera. Les hice un gesto con la cabeza como si fuera un "cómo van", pero no me hicieron caso.
La misma falta de comunicación o el mismo desgane de comunicarse con los demás que veo en cualquier parte. Sobretodo en lugares públicos. Por ejemplo, si voy parado en el pasillo de la micro con una bola de gente a mi alrededor y se encuentra una señora con problemas físicos de cualquier tipo, causados por su edad o quien sabe por qué, sentada cerca de mí que se quiere levantar de su asiento, pero se le dificulta demasiado, todo el mundo se hace güey. Eso es uno, luego, la misma mujer hace ademanes o sonidos inentendibles, pero que cualquiera que la observara sabría de inmediato que está desesperada por levantarse y escabullirse entre la gente para tocar el timbre, pero nadie la observa. Ella se ve cada vez más desesperada. Ya está haciendo muecas grotescas de frustración. La mujer toca temerosamente con la mano los cuerpos parados a su lado, los cuerpos responden con movimientos esquivos sin mirar de donde viene la mano. Algún güey hasta se acerca a la mano y como que aprovecha el movimiento de la micro para acariciarse con ella. La mano de la mujer desiste. En eso una chava parada a lado se da cuenta, mira el cuerpo que está parad0 junto a ella y que obstaculiza directamente la salida de la mujer, y le dice que se haga a un lado que la señora quiere levantarse. El cuerpo no responde. Tan sólo tembló ligeramente al creer que se dirigían a él. El cuerpo miró hacia otro lado. La música de la micro, sus movimientos bruscos y algunos cuerpos fuertes que sin miedo se abrían paso para bajar, subir, acomodarse y sentarse limitaban todavía más la intención de la mujer temerosa y enferma. Entonces la chava que ve la desesperación de la mujer se atreve a tocarle el hombro al cuerpo, pero éste ignora el tacto de la chava esquivándola con un movimiento rápido del hombro. ¡Oiga! Dijo la chava al mismo tiempo que le volvía a tocar el hombro. El cuerpo, desconfiado, con ademanes algo agresivos le hace un movimineto con la cabeza diciéndole "qué pasó". La mujer quiere salir y usted no la deja. Dijo la chava. Ah, perdón, señora. Dijo el cuerpo haciéndose a un lado, incluso, al ver que la mujer tenía dificultades para levantarse, hasta le ayudó sosteniéndole el brazo.
¡Qué cosas!, ¿no?
Y aquí les va la foto.






domingo, mayo 28, 2006

Lcthetcccma

Ayer vi la película "Ladykillers" de los hermanos Cohen con la actuación de Tom Hanks. Hanks es un tipo especial en serio, tiene algo sutil en su personalidad y lo transmite a cada uno de los personajes que ha hecho.
Estoy leyendo "El arpa de hierba" de Truman Capote. Es auténticamente sencillo. Ahora que vi la película de los hermanos Cohen, relaciono una atmósfera parecida entre estas dos presentaciones de una vida graciosa, tranquila y provinciana gringa. Es bastante atractiva aunque la ironicen los Cohen y Capote.
De regreso a méxico, ¿han bajado los cincuenta compromisos de AMLO que están en su página? Creo que es recomendable leerlos porque tienen sensatez.

jueves, mayo 25, 2006

Euforia maternal

La mamá, que linda ella, ¿no? La mayoría tan incondicionales.
PERO, tengo un cuate que tiene tres mamás, así lo educaron. Su primera mamá es la biológica, luego su novia y luego la mamá de su novia. Así las cosas maternales.

miércoles, mayo 17, 2006

City

Estoy leyendo "Desayuno en Tiffany's" y encontré un mal chiste, uno muy bobo. A lo mejor es por culpa de la traducción, pero a lo mejor no. A trompicones, subiendo y bajando a toda velocidad la escalera de incendios entre su apartamento y el mío, azotado por el viento y calado hasta los huesos (y también arañado hasta esos mismos huesos, porque al gato no le gustó la idea de la evacuación, sobretodo con un tiempo tan inclemente).....
Está bobo, ¿no?
Pero encontré un chiste que me gustó, lo leí en "City" de Baricco, que lo acabo de terminar. Eramos tan pobres que en navidad mi padre salía de casa, disparaba un tiro de pistola al aire, luego entraba en casa otra vez y decía: lo siento, pero Papá Noel se ha suicidado.
También les puedo recomendar un humor fino de verdad, tan fino que se confunde con melancolía depresiva. Lo pueden encontrar en "El proceso" de Kafka. Pero les deberá gustar leerlo para que puedan concentrarse lo suficiente y notar lo que digo.

Ahora bien, políticamente hablando, sin infantilismo, simpleza, necedad, estupidez, etc., el viernes pasado vi el programa de Brozo donde salió AMLO y no mamen que me cayó mucho mejor que los demás aspirantes a la silla de la discordia. Tiene mayor autenticidad.
Un cuate que le gusta seguir la política del país de cerca comentó que AMLO no es un criminal como los demás, incluso Patricia Mercado, añadió, es también fraudulenta y corrupta. Yo la neta no sé. Estando en el poder es tan fácil hacer deslealtades a la población mexicana que creo que uno nunca sabrá a ciencia cierta que onda, qué es lo que pasa.

jueves, mayo 11, 2006

Ambiente artístico

Desde las entrañas del distrito federal informo que tener a un artista en la familia es tan bueno como tener a un médico o a un abogado. Al artista se le puede consultar cosas de salud decorativa, de estética laboral, etc. De verdad. El ambiente en el que se habita lo influye a uno completamente: si el ambiente es tosco, superficial, violento o insensible a nuestro alrededor entonces la gente también lo seguirá siendo. Ahí entra la ayuda de ese integrante de la familia que tiene elementos para lograr que el ambiente tenga una lógica estética inteligente y bella.
A lo mejor al jefe de familia a algún otro integrante más lejano le gustaría adquirir una pintura o escultura en algún jardín de arte o en una galería o en internet y el artista primo o hija o sobrino o nieta puede ayudar eficazmente tanto en la selección como en el precio de la pieza, porque como en todo, si alguien no sabe bien como son los valores estéticos de una pieza pues le pueden robar una lana.
También se puede aprovechar al artista muy bien en el caso, por más mínimo que sea, como en el hecho de hacer una cortina. Se acerca uno al artista que puede enriquecer la imaginación de la familia dando opciones de telas, colores, formas y materiales decorativos extras. En ropa. En diseño de muebles.
Esto ocasionaría una relación saludable entre los integrantes de la familia, además de apoyar los unos al artista y el artista a los otros.

sábado, mayo 06, 2006

Uhhh, que la chingada.

Estoy triste proque mi amorzota lo está y mucho, hasta lloró. No consiguió boleto para el concierto de los Depeche Mode. Soy un novio jodido. No le pude comprar o conseguir un boleto. Pero la quiero muchísimo.

viernes, mayo 05, 2006

La b y la v

Querid@s lector@s anoche asistí a un monólogo del que sólo quiero mencionar que la actriz no diferenciaba en la pronunciación de la b y la v. Y se suponía que era una profesional. Debió hacer mayor esfuerzo en su dicción. Y la obra ni era tan buena. Pero el caso es que noté eso. Este defecto es común en nuestra población. ¿A poco no lo han notado?

lunes, mayo 01, 2006

Galaor

Pus sí, fui a clase el viernes y no a cualquier clase, fui a la de Hugo Iriart. Si les diera curiosidad leer algo de este escritor tiene una novela llamada "Galaor". A mí me gustó y la puedo recomendar. Es una historia con un ambiente medieval.
En la clase este señor de unos sesenta años dijo que los mexicanos son mentirosos y les gusta engañar al prójimo. Que a los mexicanos les interesa demasiado el dinero y hacen cualquier cosa por conseguirlo, y cualquier cosa significa de verdad ser inmoral y hasta criminal. También dijo que la sociedad mexicana está putrefacta. Y yo me sentí tan bien de escuchar eso porque lo he sentido, pensado y dicho frente a muchísimas caras largas. No pude hacer otra cosa que sonreírle mostrándole una plena identificación con sus palabras.
Qué bien. Con referencia a la clase, que era de dramaturgia, dijo que el drama no podría ser sin eso mismo: el mal. Sin el mal, sin la ambigüedad del ser humano no hubiera nacido el arte dramático hace más de dos mil años.

¿Por qué los mexicanos estamos tan acomplejados por el status económico? Está muy cabrón. Se respeta demasiado a una persona que tiene dinero. Pero, ¿cómo consiguió ese dinero? Eso no importa, el caso es que tiene mucho o simplemente tiene más que algunos. En cambio no se respeta ni se admira a otras personas como a un periodista, a un académico, a un literato, a un artista, a un intelectual, o meramente a una persona bondadosa y respetuosa. Al contrario, se les desprecia, no se les entiende, y hasta se burlan de ellos.
Y hay una cosa evidente, tan evidente que se ignora, que la gente a la que sólo le interesa la lana o más bien que tiene al dinero como el valor más alto en su jerarquía de valores en la vida no conoce muchas cosas, pero no sólo no las conoce sino que las evita. Esa evación es festejada por la mayoría de la gente. No saben nada de pintura, pero tienen cuadros de bodegones, casitas, florecitas y mamadas de esas colgadas en sus paredes. No saben nada de teatro pero van una vez al año al teatro comercial que es una porquería. No saben nada del ámbito académico pero hacen todo lo posible por meter a sus hijos a universidades privadas bastante caras donde tienen maestros que les dan a leer libros de superación personal o best sellers y les hablan de un humanismo sacado de programas televisivos o historias de vida de trabajadores de televisa y tvazteca como ejemplos a seguir. No saben nada de literatura pero les interesa la historia y ya se creen muy inteligentes. También pueden decir que han visto la dichosa palabra y que les gusta cuando en realidad se la pasan viendo en la tele cosas delesnables que son para retrasaditos mentales. Condenan moralmente a criminales que salen en la tele cuando ellos mienten y engañan a su propia familia para sacar cualquier tipo de provecho económico, laboral, etc.
Después de todo esto no me parece raro que se respete a un tipo vulgar, ignorante, en muchas ocasiones un criminal, pero con mucho dinero. Y no sólo lo respetan sino que además son capaces de aguantarle humillaciones y abusos pensando: "nos conviene estar cerca, nos podría ayudar económicamente o dar chamba o invitar a sus fiestas" o no sé que otras mamadas así.
Pobrecitos la mayoría de los mexicanos. Me da vergüenza ser mexicano, la neta. Jaja, luego algún pendejo podría reprochar estas palabras diciendo que México es una gran país, que la gente es amable, la naturaleza es maravillosa, etc., y que los mexicanos vamos a la iglesia y respetamos a dios. Pura mamada. Pura mierda. La neta es que méxico está putrefacto.

domingo, abril 23, 2006

De hueva todo esto

Esta semana la empecé con dos clases en la universidad a la que me inscribí hace cuatro años y a la que seguiré yendo, si es que quiero terminarla, otros dos o tres años. Que terrible.
Por si fuera poco mi estúpido negocito de comida a domicilio no ha dado nada de dada, debería hacer un dadá de estos años, pero para eso necesito más agallas que el abundante desgane dentro de mí para hacer las cosas. Para vivir de mi escritura: conseguir contactos y no dejar de escribir ni un segundo. Para terminar la maldita universidad: ir a clases, hacer trabajos, opinar en clase, hablar con los profes y certificar las materias. Y si pudiera vivir de mi escritura entonces ya no trataría de hacer la mierda de mi negocito. Siendo lo contrario; hacer que mi negocito funcionara ay maomenos pa vivir: hacerle una barata, pero bonita publicidad, mucha, buscar clientes.
De hueva todo esto.
No he platicado esto, ahí les va. Estoy en la universidad que abrió el peje hace cinco años, en una carrera llamada creación literaria, ¿qué tal? Suena bien, ¿no? Pero pus la neta, ay puro pinche enclenque de profes en mi carrera, las otras no sé, pero en la mía está muy pero muy cabrón el pedo. Ahora ya no está tan de la verga porque entraron Hugo Iriart y Mónica Lavín a dar clases y son mucho más inteligentes que el enclencado que ha habido desde el principio. Chale, de la verga, es un grupito mediocre hasta la médula, pero que defienden el puesto a capa y espada, además de que han de tener o tenían algún contacto muy cabrón porque no entiendo que hacían estas inútiles pendejas tanto tiempo sin que las pusieran en su lugar. Al principio de todo esto estaban Ethel Krauze y Pedro Reygadas que eran mejores y más inteligentes que el grupito. Obviamente el grupito no era tan pendejo como para darse cuenta de que esas dos personas eran mil veces más chingonas que ellos mismos y lograron no sé cómo imponerse ante decisiones en los detalles de la carrera apenas formándose y esas dos personas se salieron, de plano, de la universidad y se fueron a trabajar a otro lado. Que pena, que verdadera pena. Ojalá y no pase lo mismo con Iriart y Lavín.
Seguiré informando de este episodio lleno de detalles que se repiten en todos los ámbitos organizacionales por todo el país.

viernes, abril 14, 2006

De maravilla

Hoy me levanté con mi cuerpo sacando como un kilo de gargajo. Me siento asqueado. Fumar me hace mal, pero lo sigo haciendo. Mi cuerpo repudia cada vez más el cigarro mientras que yo insisto en meterme uno a la boca, encenderlo, dar una chupada profunda y sentirme de maravilla. Sí, de maravilla. Me gusta aunque a mi cuerpo le duela. ¿Dónde puedo encontrar esa misma voluntad para fumar pero al revés? La destrucción es igual de difícil de hacer que la construcción, ¿o no? Tratándose del ser humano creo que sí. Siento que debo aplicar el mismo esfuerzo en arruinar mi vida que en elevarla hacia el perfeccionamiento de los dones, gracias y talentos que uno siempre tiene. Esa energía que utilizo para girar alrededor del cigarro podría aplicarla en otras cosas.
La autodecepción me toca a la puerta. Llega cuando nadie a mi alrededor se da cuenta si no hasta que ya es notorio el resultado de mi autodecepción, autocastigo, mi actitud autodestructiva. Siendo más o menos honesto conmigo mismo veo, me doy cuenta de mis estupideces, mis debilidades, mis mediocreces, mis fracasos, o, de algo más cabrón: de estar viendo venir el tren e insistir en caminar por la vía en dirección al tren. Ahí es cuando sólo le abrimos la puerta a la autodecepción, la cierro de inmediato sin siquiera asomarme para ver si no hay nadie más. A lo mejor a lado o atrás de la autodecepción venía alguna otra emoción o lo que sea que me ayude a no permitirle el dominio de mi voluntad y además buscar la forma de salirme de las vías del tren o algo todavía más impresionante y más verga que eso; está complicado.
Observo que muchas veces uno no cuenta consigo mismo.
Así me siento hoy.

domingo, abril 09, 2006

Ser unos héroes, ja, ja.

Qué pasotez¡¡ Ahora, en estos momentos, desde ya, como dicen los argentinos, estoy borrachín. Estoy empezando a sentirme incómodo, la vida, la vida; la vida es sumamente difícil, pero, ¡pero! no para todos. Algunos, digamos, se preocupan de esta situación y tratan de relacionarse con la gente que le conviene para llegar a hacer cosas bien locas. Sabían que Slim, por ejemplo, compró telmex a crédito por 22 millones de dólares siendo su fiador el gobierno de méxico. Y el que le vendió telmex era el mismísimo gobierno de méxico. Lo pueden creer. Pus, sí. Todos sabemos alguna historia de ese tipo. Ese pedo está muy loco. Y, bueno, para la gente como yo, que no quiere demostrar de que tamaño tiene la verga o dejar que su ego lo maneje, tiene muchos problemas para vivir de una manera como lo legitiman los derechos humanos: vivienda, trabajo, salud, diversión, entretenimiento, cultura, educación, comida, transporte, seguridad, etc. ¿Qué pedo? ¿Qué es lo que pasa? Si Slim tuvo derecho de gozar esos privilegios entonces yo también y así cuendo le renté el departamento a la inmobiliaria beteta hubiera podido tener de fiador, así como lo pide la ley en todo, la misma inmobiliaria, o sea que si yo no le llegara a pagar la renta a beteta entonces esa compañía de inmuebles lo pagaría, ¿no? Y me hubiera solucionado algunos problemas. Que lata. Que joda. Que de la verga. Y eso que pongo una comparación amable porque no es lo mismo un negocio tan redituable como el de telmex al de rentar un deptito de tres mil quinintos pesos. Y esto está escrito y salió en algunos medios. Y aún así no le ponemos freno, nos da hueva o miedo o quien sabe qué.
Y pues sí, estoy borrachín. LUEGO DICEN QUE NO LE HAGAN CASO A LOS BORRACHINES. Ja, ja. Ja, ja. La vida es difícil, hay relacionarse con los que están en el gobierno. Esa es la moraleja de hoy, o, también, hacer cosas que ocasiones que nos maten, ser unos héroes. Que de la verga.

viernes, abril 07, 2006

Hasta casita de la verga

¿Qué pasotes? Ahora, en unos cinco minutos voy hacer un viaje largo hasta casi al final de la línea A del metro. O sea, adelantito de cabeza de Juárez, por Calzada Ignacio Zaragoza, por la mejor salida a Puebla, creo. El caso es que es un viaje largo. Iré al Faro de Oriente a pedir chamba como tallerista de cuento. A ver qué onda. Acaba de salir una convocatoria de esta institución en donde informan que abrirán tres faros más: uno en Tlahuac, otro en Milpa Alta y el tercero en Gustavo A. Madero. Espero que me den la chamba porque el negocito de servicio de comida para reuniones y eventos no sale, no me ha llamado nadie. Que lata. Ya repartí volantes y toda la cosa, me imagino que en una o dos o tres o cuatro semanas seguro alguien me llama para pedir mis servicios. Digo, la idea de dar un taller de cuento en un faro me gusta mucho, incluso me agrada más que lo de la cocinada. Pus, sí, ¿no? Arriba la literatura. Mejor ya me voy. Buen viaje hasta casita de la verga.

miércoles, abril 05, 2006

Sustantivos calificativos en el transucurso de la vida

Ah, que caray, como decía un personajazo de la obrera que conocí desde niño, era amigo de mi padre y lo visitábamos seguido. Era un hombre-niño que nunca salió de la casa de sus padres y vivía con dos hermanos: uno loco y el otro muy, pero muy raro, tanto que cuando, una vez que le telefoneé al hombre-niño, me contestó el hermano raro diciendo mecánicamente su número de teléfono y luego el apellido de la familia. Siempre lo hacía con el mismo tono. También tenían una cocinera de edad avanzada que ha durado con ellos los años de los años. Cocinaba más o menos lo mismo siempre. Todo igual, siempre lo mismo. ¡Qué extraño! A veces pienso que no sé nada de la vida. Si se pudiera reunir la vida de tan sólo unas decenas de personas de cincuenta años para arriba se mostrarían significados, desplantes, manías, fetiches, miedos profundos, fobias patológicas, bellezas nimias, ingenuidades conmovedoras, maldad extrema y un sin fin de sustantivos calificativos. Me parece impresionante. Así como en la casa del hombre-niño.

viernes, marzo 31, 2006

Que ganas de hacer algo contundente

¡No puede ser con lo de la ley televisa! ¡Carajo! Malditos corruptos, malditos jodidos, malditos tranzas, malditos mierdas, pinche méxico jodido-televiso-tvazteco-católico. No lo puedo creer, lo peor de todo es que el pueblo no hace nada. Puta madre. A lo más que se llegó fue a una ridícula manifestación de algunas decenas de personas quejándose de la situación abusiva por parte de las televisoras comerciales y las cámaras pendejas de diputados y de senadores. Mierda. Pinches representantes del estado hijos de puta, lo mismo que su sociedad, ignorantes, jodidos pendejos, y sólo ganas de ganar dinero a toda costa como lo mierda que son. Chingados. Y nosotros permitimos esa situación. Ojalá y algún día seamos un poco como los franceses o como los alemanes o como lo ingleses o los haitianos como para quejarnos de los abusadores, de los tranzas, de los mierda, de los jodidos-televisos-tvaztecos-católicos.
¡Viva méxico!

Desde el otro lado del charco ahí mero en Praga pasa otra cosa de suma importancia, mi abuelo está en el hospital y no deja de hablar por su teléfono celular. Ya había estado en el hospital antes, pero nunca hablando todo el día por el celular. Chale, me puse triste, parece que se está despidiendo de todos. Mañana le voy a hablar a su celular. Ingresó al hospital ahora por una mamada: le salió herpes en el oído. ¿Cómo le sale herpes en el oído a un señor viejo? No lo entiendo. Ahora recuerdo que una vez me presentó una amiga suya que tenía herpes y se le manifestaba, como ustedes deben saber, cada tantos meses. A lo mejor se vieron y ella le dijo algo muy cerca al oído y ¡tómala! Como de que no. Nadie se me escapa, ni de la muerte.
Uy, mis bromas cada vez son más cabronas, ¿no?
A mi abuelo lo quiero muchísimo. Es la persona que más aprecio en este mundo lleno de seres humanos mierda en el que estamos.

viernes, marzo 24, 2006

Muy en la mañana

"¡¡TENGO DERECHO A DORMIR Y SER AMADO!!"

Esto lo escuché desde la ventana de uno de mis vecinos.

viernes, marzo 17, 2006

Huevo con nata espesa, queso y tocineta, al horno

Ya estoy saliendo de la gripa mortal. Me siento de maravilla. No he fumado desde anteayer y ya me seguiré de largo hasta que la muerte nos una.
Les tengo malas noticias: mi madre llegará en unos días a visitarme. Se quedará tres días, creo, espero que no más. No me gusta la idea. Ella es chistosa, pero ya no tanto cuando se trata de verle la carota despertando y luego acostándome. Mi casa es pequeña y se nota demasiado la presencia del invitado. Si tuviera una casota, pondría a mi madre en algún cuarto a decenas de metros del mío y me desentendería de ella hasta que la tuviera que despedir. Pero no, me tocó una pequeñita en donde mi cuarto está a casi un metro del de donde dormiría mi madre.
Quiero poner que si viviera solo, mi madre no se atrevería a visitarme. Aunque, quien sabe, porque la última vez que llegó de visita le demostré que me puedo comportar igual que si viviera solo y decirle lo que pienso de ella y recordarle enérgicamente por qué me ha encabronado tanto en el transcurso de mis últimos diez años. He pensado que, además porque me quiere (soy su hijo[digo, también reconozco que sería muy natural que una madre aborreciera a su hijo o que no lo quisiera] y para mucha gente cursi, sobretodo para la clase de jodidos-televisos-tvaztecos-católicos, soy sumamente afortunado, tanto que debería agradecerle a dios, que mi madre me quiera y me aprecie y se enorgullezca de mí), creo que le gusta que la trate mal.
Me resultó decir esto recordando las veces que le he gritado e incluso insultado, no sé... algo como, mm, vieja loca, me da lástima tu mediocridad. Ya sé que está duro; aunque hay que reconocer que está mil veces más duro aceptar públicamente, con el colmo de un ejemplo, el haber insultado a mi madre, que las cosas que uno hace y no dice. Hay mucha gente que insulta a su madre. Y hay muchas madres insultadas que se dejan insultar, como si se lo merecieran. Es común. A lo mejor no es correcto, pero es común. También creo que sea normal, siendo la madre una persona que nos ha influido de una manera tan profunda que seguramente ninguna otra persona pueda igualarlo o repetirlo. A lo mejor sí, quizá un ser sexualmente amado o alguien a quien le permitamos dominarnos emocional y hasta físicamente, ¿no? Esclavizarnos ante alguien. Dejarnos humillar, insultar, pegar, ordenar.
Estoy a punto de prender un cigarro.



La semana pasada me casé en un corto. Quiero que vean las fotos. La iglesia en la que estábamos tenía SEIS confesionarios para la abundante gente de jodidos-televisos-tvaztecos-católicos que vive o vivía en la del valle.












































En las siguientes fotos les quiero presumir parte de mí.


Como pueden ver es un blue point. Lo descongelé para sacar la escarcha,
se reconectó (tiene un botón azul de quita escarcha semiautomático) y
se congeló el agua descongelada que cayó de la neverita a la parte de
las charolitas de hielo.
Como extra les presumo la caguama de la puerta.


Aquí hice un kish lorein. No sé si salió como debe, pero
a Luz le fascinó y eso es lo importante.

Aquí está parte del poster de un cuadro famoso.

Aquí está parte de un cuadro que pintó un ex compañero
de depa.

Aquí está parte de otro cuadro que pintó el mismo ex compañero de depa.

martes, marzo 14, 2006

Extraños en el paraíso

Estoy sumamente resfriado. Ya lo sentía venir desde hace varias semanas y de alguna u otra manera he podido sobresalir ante la gripe. Pero ahora sí sucumbí.
Creo que tiene que ver el hecho de haberme ido a Cuernavaca el fin de semana. Un amigo de Luz cumplió años este fin y supe que se irían a pasarla allá. Luz estaba fuera de la casa el viernes en la nochecita, habíamos quedado de vernos en el café Momo, y le hablé por teléfono para avisarle que nos iríamos a la ciudad de la eterna primavera; también le pregunté si necesitaba algo: un calzón, desodorante, cepillo de dientes, etc. Lo que pidió fue desodorante, chanclas, rimel, cepillo de dientes y crema bronceadora. Lo metí todo en una mochila junto con dos bolsas de dormir, apagué todo, el boiler y las luces, cerré puertas, tomé una micro, me bajé, caminé unas cuadras y llegué a Momo.
--Vámonos a la estación -le dije a Luz.
--No, vamos a la casa de fulanito. De ahí se van todos. Hay lugar para nosotros en algún auto
--Bueno -dije.
Llegamos a la casa de fulanito. Empezamos a beber algunas caguamas. Se veía todo en orden. Esa banda, cuando la conocí, me llenó de desconfianza, porque tienen como veinticinco años, pero actúan como si siguieran en la prepa. Y no por fiestear. Más bien por la forma en la que fiestean, lo que dicen, lo que piensan, etc. Me recuerdan los años en que nos creíamos los dioses del mundo mis cuates y yo de los diecisiete a los veintiuno. Pero pus bueno, me fui a Cuernavaca.
En Cuernavaca estuvimos encerrados en la casa de la novia del cumpleañero. Era una casa grande con tres camas individuales en los cuartos, piscina, hamaca, dos salas: una en la casa y la otra a unos metros en la terraza. A todos los envidiosos les mando un pedazo de mierda.
El cumpleañero cobró cientocincuenta por chola. Entre la bandita había uno que me caía particularmente bien, es chef, y él fue el encargado de cocinar.
Primero llegamos como a las doce o una de la noche a la casa. Se siguió bebiendo y luego empezó a salir la coca que no terminó si no hasta el sábado en la madrugada. El cuate chef hizo paella el sábado en la tarde. ¡Buenísima! Luego le hicieron varias sorpresitas al cumpleañero en el transcsurso de la noche del sábado. Pusieron unas velitas en el jardín que cuando las prendieron se dejó leer un "FELIZ DIA". La novia sacó un pastel de crema batida con zarzamora para el noviecito recién cumplido.
En medio de la noche, sentado a lado de uno de los güeyes, le dije que uno nunca sabe con quién está. Se sobresaltó acusándome que era un judicial disfrazado. Me reí. Él siguió serio, tenía una mirada lunática. Yo también me puse serio y le dije: no seas pendejo.
Se me olvidó decir que como a las nueve el cumpleañero sacó una sorpresa para sus invitados. Les regaló dos cristales a todos. Luz y yo no nos metimos los cristales. No nos dieron ganas. El cumpleañero se paró en una silla, él tiene el pelo largo y barbas, y les pidió a los invitados que se formaran para comulgar con el cristal. Había otro con una botella de agua que era el monaguillo dando el vino para tragar la ostia sin masticarla, jaja.
Finalmente me la pasé bien. Nadie se peleó con el prójimo.
El domingo hubo de comer ceviche de curel y calamar. El curel es un pescado enorme como de medio metro de largo, sin espinitas por todas partes, sólo las tenía en la columna vertebaral, y costó trece pesos el kilo en el mercado de mariscos y pescados en la Viga. Una maravilla lo del dato. A lo mejor a algunos no les gusta ese pescado en el ceviche porque se vuelve de color gris cuando se acidifica con el limón. Crudo es de color rojo. Pero la neta es que estuvo rechingón el precio y supo bueno.
El domingo en la noche fuimos al café de un amigo ahí en cuerna. Platicamos un rato, descubrimos el juego Abalone, que es parecido al Go. Nos quedamos a dormir en el cuartito de azotea donde vive el cuate, empezamos a ver una película de Jarmush, "Strangers than paradise", pero estábamos cansados y nos dormimos. Nos regresamos el lunes al medio día.
Creo que toda la coca del fin de semana, el exceso de tabaco y alcohol, la mota y el mal dormir me hicieron estallar el maldito catarro de mierda que tengo ahora.

martes, marzo 07, 2006

Nos creíamos los dioses del mundo

Muy buenas las tenga nuestra luna preciosa que todavía existe a las primeras horas del día. Muy buenas las tenga la planta que está colgada a mi ventana, que con la primera luz sus hojas bicoloras hermosean el marco.
Bueno, ya, mamadas al chato. Como cuando decíamos en la prepa unos cuates y yo. La neta es que yo le agarré el sentido a esa frase uno o dos años después de oírselas a ellos. Me atreví a utilizarla algunas veces, pero en vez de producir el efecto deseado, más bien me miraban con extrañeza y además me la revertían.
La prepa cabrona. Nos creíamos los dioses del mundo. Unos chamacos que conseguíamos y disfrutábamos lo que quisiéramos. Mota, alcohol, pastas, coca, cigarros, playa, mujeres, fiestas, etc. En realidad no íbamos a la prepa, hacíamos como que. Yo la terminé en cinco años. Creo que alguno de nosotros no la terminó. Nos respetaban cuando decíamos que el sistema escolar no servía para un carajo. La neta es que era cierto. También teníamos dónde consumir toda la lista mencionada anteriormente: en mi casa. Yo tenía una madre, a la vista de todos, bien buena onda, pero a una vista más de cerca de alguien, digamos como mi padre, diría que está loca; en realidad hay que aceptar las dos y añadir que mi madre es checa y la madre checa es distinta a las demás, digo, cada país tiene una madre distinta. Y aunque digan que méxico no tenga madre, sí la tiene y bien edípica.
La madre checa en general conoce la obra de Edipo y muchas otras cosas más. Obviamente se portará muy distinto una madre checa a una mexicana y más aún a una yucateca. Porque yo crecí en yucatán, todo esto pasó ahí.
Cuando íbamos a la checoslovaquia de hace años y a la República Checa de ahora mi madre se juntaba con madres más raras que las madres convencionales checas, que en general son raras para las ignorantotas y sin vida propia de las mexicanotas; estas madres raras eran así porque eran doctoras en sicología y siquiatría experimental. ¡Imagínense, carajo! Mi madre las escuchaba y a lo mejor como que las trataba de imitar o aprender de ellas. Sea lo que sea, mis cuates y yo obtuvimos el paraíso adolescente en la casa de mi madre: drogas, alcohol, mujeres, fiesta y música.
Para finalizar con un final clásico terminemos con el principio. Muy buenas las tengas tú que no veo tu rostro, pero sé que te asomas por aquí y sientes mi mirada en tus pensamientos.

sábado, marzo 04, 2006

Salir a la calle y valer madres.

Ahora en este momento estoy medio borrachín. Cumplo 27 añotes. Chale, que onda. 27 añotes. Futa. 27 añotes y seguir siendo un borrachín.
Pero, bueno, que le vamos a hacer.
Estoy empezando el negocito de hacer comida a domicilio y Luz y yo salimos a ver presupuestos de las cosas que necesito para hacer esa madre. Ante ayer fuimos a tres tiendas, nos pasamos toda la pinche tarde viendo estufas, caminamos por varias calles y avenidas. Después de terminado el estudio y de no comprar nada, llegamos a la casita; Luz se desnudó y descubrimos que la ciudad en la que vivimos es la pura mierda de la mierda, aquí va la foto evidencial: Luz usó falda con tenis y calcetines, la parte tapada por los calcetines estaba limpia, y la parte superior, no mames, negra de mugre por andar unas horas caminando por la ciudad.





Que tal, ¿eh? Está de la verga, ¿no? Pus aquí vivimos. Y recomiendo que no te metas a tu cama con los pantalones que usaste durante el día; claro, y menos con los zapatos como los adolescentes satelucos o de mtv que se se suben a sus camas con los zapatos. A lo mejor en otra ciudad menos poblada y con menos analfabetas, como en la que vivimos, que no esté tan sucia, sí se pueda hacer excepciones, pero en la nuestra, en la gran ciudad de la mierda, ¡¡¡no!!!

Ruy, feliz cumpleaños, cabrón. (De parte de Antón Chéjov)

lunes, febrero 27, 2006

Risas en la lectura

Pus, estuvo bien la lectura de los cuentos. Hubo mucha gente sentada en las butacas, hasta me aplaudieron. Fueron varios niños porque escucharon que se leerían cuentos y asistieron. Advertí que había alguna que otra perversión sexual: se salieron pocos, más bien los papás los sacaron, los demás niños se quedaron a escuchar y se rieron mucho, me gustó que se rieran. Luz estaba en las butacas y me dijo que algunas mamás meneaban la cabeza negativamente y que trataron de sacar a sus hijos, pero estos se resistieron, se agarraron de los brazos de los asientos. Jejejeje, que chingón.
No sacamos fotos, se nos olvidó la cámara porque amanecimos crudísimos; nos fuimos a una fiesta que organizó el ficco y dieron un chingo de chupe gratis, absolut mora, creo, vainilla, limón y mandarina con sprite. Bueno, ¿no? Había mucha banda de esa que le gusta ser diferente y beber mucho, así que no me la pasé mal. Sí, una lástima que no haya fotos del magno evento de mi lectura. Pero, pus ya habrá otras, espero.

jueves, febrero 23, 2006

La gran invitación



Ésta es la gran invitación a la gran lectura del gran escritor
en medio de esta gran humanidad tan inteligente y tan sensible
como la que se puede observar en la actualidad y desde siempre.
En la invitación no se alvanza a leer con claridad.
Es en el aula magna del CNA en la esquina de Churubusco y Tlalpan
a las 12:30 pm. Le leeré tres cuentos a las butacas.
Si alguien quisiera ocupar alguna de las butacas son bienvenidos.

miércoles, febrero 22, 2006

Publicación de Matamoscazzz

La buena noticia del momento es que publiqué mis cuentos en un blog. El título es Matamoscazzz. Espero que tengan tiempo de verlo. Aquí está el link, también lo puse en la barra de a lado.

sábado, febrero 18, 2006

Quítate los pantalones

Antes que nada, todo. Después de nada, todo. "Ajá, sí", me respondió alguien en la madrugada con una banda bien borracha. Me dio igual. Qué más en esos casos. Y, claro, se deslizó entre la gente para buscarse otra compañía. Me dio igual. Yo también me deslicé. Como seis botellas para treinta personas, de las que veinte éramos las que bebíamos. Una mesa al costado, pegada al ventanal que daba a la calle oscura sostenía dos charolas de alumino rectángulares de 25 por 45 cm, contenía ceviche de carne, mu hueno. También sobre la mesa, dos charolitas antiecológicas de unicel con habanero, cebolla en rajas nadando en limón. No sé bien, pero creo que dislumbré otra charola con chicharrones baratos vigilados por un soldado gordo contenido de mucha salsa San Valentín. A diez metros, al otro lado del lugar, una nevera repleta con cubos de hielo. Bailábamos en un segundo piso dividido en dos por una escalera que te bajaba a los baños limpios, equipados con papel de baño, virando un poco a la izquierda se veía sobre el lavabo pequeño una minúscula, aunque a lo sumo olorosa, pieza de jabón que nunca se acabó; o que te subía al vocerío, al ruido de la música, para tomar un vaso de unicel bien llenado de alcohol con refresco. Estuvo divertido. Casi no bailé, no sé por qué, generalmente bailo un buen rato. Recuerdo que le conté a Gutilongo esto que sigue.

Cuando cursaba la prepa, la última en la que estuve, había un coordinador que además daba asesorías de matemáticas. Tomé algunas asesorías con él, también me enseñó algo de matemáticas más avanzadonas de las que se ven en la prepa. Ya no me acuerdo como eran, pero el caso de todo esto es que un día me invitó a su casa. Era un hombrecito de baja estatura, moreno, gordito, casado y con gemelos apenas de un año. Me había enseñado fotos de su mujer: una gringa cadavérica de esas que tienen una quijada pronunciada, gozaba de una nariz decorada de algo como salpullido, una belleza. Quedamos de vernos un sábado a las tres. Llevé mi cuaderno y mi calculadora. Esto era en Mérida, hacía calor, para variar. A Víctor, el coordinador, se le escuchaba una voz débil, enferma y poco varonil. Tenía una sospechosa amabilidad, algo excesiva, incluso fastidiosa.
Me senté en una mesa de cristal con patas de madera con bejuco. Víctor estaba en la cocina, una pequeña que tenía una barra que por encima de ella se permitía ver dentro. Me dictó algunas operaciones para que hiciera. A los diez minutos bajó su mujer. La saludé. Bajó con los bebés, estaban vestidos como para salir. Algo hablaron en la cocina. A fuera sonó un claxon, ella tomó a los bebés y una valija, así flaquita como estaba pudo con todo, y se despidió de mí sonriendo lascivamente y me dijo, "pásensela bien". Me incomodó un poco, pero seguí clavado en mi cuaderno.
Escuché vasos puestos sobre el azulejo de la barra de la cocina, seguido de hielos dentro del vaso, luego el líquido cayendo al fondo, era whisky. Mírenlo, el cabroncito sacó whisky. Me llamó a sentarme a la barra. Sonreía como su mujer al despedirse. Mmmm, me dije. A ver qué onda.
Empezamos a hablar de cualquier pendejada. Le dije que la prepa estaba de la verga, que los profes eran una mierda y que el diretor no sabía nada de nada. Sí, me respondió, que él quería llegar a la dirección y hacer los cambios oportunos. Ah, muy bien, que chingón, le dije.
Me empezó a hablar sobre estupideces de un libro como de samborns de "metafísica". No mames, ¿lees esas mamadas, y así quieres ser director? Bueno, la neta es que cualquier pendejo podía ser director en esa escuelucha de porquería. Insistió en hablarme de esas mamadas del libro. Se detuvo, quedó pensativo, se le iluminaron los ojos y luego me preguntó que si podía hacer un experimento conmigo que decía el libro. Todavía sin sospechar nada, accedí. Explicó que si una persona cambia su playera con la de otra que considera inteligente, de buena vibra, se le va a pegar. Nos cambiamos las playeras. Platicamos de cualquier mamada y de repente dijo, "ya, ya pasaron quince minutos. Ahora hay que quitarnos las playeras y ponerlas en el piso". Órale, dije.
Sentados a la barra, él de lado de la cocina y yo del otro, sin playeras. Veía detenidamente mi cuerpo. ¿Qué onda? Pregunté. "Estaba viendo tus bellos, tienes muchos, yo soy totalmente lampiño". Pues, qué te puedo decir. A algunos les toca y a otros no. "¿Te llegan sin interrupción hasta tu pubis?" No sé. "A ver." No.
Me puse mi playera a pesar de la insistencia de él por quererlas dejar más tiempo ahí para que se pudiera cumplir la estupidez metafísica de su estúpido libro para retrasados mentales y que a lo mejor ni salía ahí esa mamada y sólo lo inventó para seducirme. Sí, obvio.
Quería ver hasta dónde llegaría con esa farza seductora para convencerme de que le meta la verga. Me puse mi playera. Ya nos habíamos tomado varios whiskys. El pendejo estaba muy pendejo, seguía insistiendo con cosas de mis bellos o mis brazos o cada cuando me la chaqueteo. En ese tiempo yo aguantaba más el alcohol que ahora y eso que ahora aguanto bastante, bebiendo tranquilamente, no de jalón cada vaso.
Dieron las cinco de la tarde. Intenté cambiar de tema varias veces, algunas resultaron y conseguí que me platicara un poco de su mujer. Me dijo que no le gustaba, que desnuda se veía horrible, que se casó con ella para no estar soltero a su edad, que no se veía bien. Pobre tipo. Lo entendí un poco. La sociedad yucateca es pendeja, metiche, díscola, ignorantísima de cualquier humanidad, vulgar y siniestra. Castigaban la homosexualidad severamente. Y el pobre imbécil estaba totalmente influido y temeroso por esta sociedad jodida cerebralemente. Superficial al extremo. JODIDA.
Seguí observándolo. Me invitó a sentarme a la sala. Sacó una botana de filadelfia con ritz y más whisky. Estaba sabroso el whisky. Él estaba en un sillón y yo en otro. Toda una película porno en donde el protagonista era él y la víctima inocente, que no conoce la vida, y que caería en las redes del hipócrita cobarde era yo. Me preguntó que si se podía quitar los pantalones. Estás en tu casa, ¿no? Le respondí. Se rió y se los quitó. Ya se le notaba el alcohol en el cerebro. Yo estaba tranquiqui, observando. Su cara comenzó a deformarse, se convertía en la cara de un vagabundo que pedía dinero, fingiendo estar enfermo en el piso, tirado, lleno de mugre recién puesta para el papel.
"Me voy a sentar junto a ti" Bueno, le dije. "Ay, Ruy, que bueno que eres mi amigo. Yo no tengo ningún amigo, tu eres el único. Pero, quítate los pantalones para que estemos igual, como amigos." No, no es necesario, creo que es suficiente diciéndotelo. "Quítatelos." No. ¿Oye, tienes más whisky? Ésta ya se acabó. "No sé." Pus ve a ver. "Sí. Mira, aquí hay una nueva" Vientos, cabrón, tú sí que eres un buen cuate. "Pero no te has quitado los pantalones."
Cabeceaba un poco de borracho. Se hacía el borrachín. Tenía muy bien hecho el numerito, quién sabe a cuantos güeyes de la prepa no se trajo a su casa para mamarles la verga. No podía creer la forma tan estúpida de seducir indirectamente a un muchachito como lo era en ese entonces. Así cabeceando de la nada dejó caer su cabeza hacia mi vientre e intentó desabrochar mi pantalón. Tomé su cabeza con una mano y la quite despacio hasta que quedó sentado normal.
¿Qué onda? Así que te gusta la verga. Te hubieras ahorrado todo el teatro, me hubieras dicho que te gusta la verga y te hubiera invitado a que mejor platicaramos o que mejor me fuera y así no perderías tu tiempo y tampoco habías hecho el ridículo. Dije.
Terminado lo dicho él sacudió la cabeza e hizo como que despertó diciendo: "¿Qué, qué pasó? ¿Por qué me dices esas cosas? ¿Por qué? ¿Qué pasó? No recuerdo nada."
Guau, increíble, órale, que orate. Me sorprendió sobremanera el colmo de su credulidad, de su astucia fracasada, de su incapacidad de ver lo pendejo que era. Increíble.
Pues, que eres guey. Me quisiste sacar la verga y mamarla. ¡Eres guey! Está bien que te guste la verga, no te preocupes, tu secreto queda a salvo conmigo. No hay pedo. Tengo cuates gueys que no tienen pedos en la cabeza como tú y viven tranquilamente. Todo está bien. Y, bueno, creo que ya me voy. Dije.
"¡Nooooo! ¡De qué hablas!" Se alocó y fue a sentarse a otro sillón. Histérico se agarró la cabeza y sacudió su pelo, negando todo lo que dije. Órale. Que no mamen. ¿Ya ven qué pasa en una sociedad tan lacra y jodida como la que se ve en nuestro querido país? ¡Qué tipo! Y todavía falta el gran final.
Me levanté del sillón en dirección a la puerta hacia las escaleras gritando que sacaría la pistola de su cuarto y se mataría. No, que onda. Ahora se volvió un chantajista-sicópata-suicida. Seguí caminando a la puerta y me fui.
Después en la escuela. Me detuvo a la salida cuando estábamos saliendo todo el alumnado. Estaba nervioso y tartamudeaba. No dejé que terminara lo que trató de empezar y le dije: "Oye, Víctor, no hay pedo, sé que te gusta la verga y no diré nada, pero acéptalo, vive como eres y cálmate." Se puso pálido con lo que le dije, sobretodo porque lo decía con seguridad y en voz normal, casi alta, él volteó hacia todas partes y me hizo un ademán de que bajara la voz. Logré que lo aceptara, pero tenía lleno de miedo el rostro, qué miedo, era terror y palidez enfermiza. Imagínense, tenía miedo de perderlo todo: trabajo, familia, un lugar en la sociedad, todo su mundo, su único mundo, hubiera sido catastrófico.
Así fue,el resto de tiempo que seguí en esa prepa jamás me buscó. Por suerte no se puso más pendejo como para provocar de alguna manera que me expulsaran de la escuela o una mamada así. Tuve suerte.

A Gutilongo no le pude contar todo como ahorita, pero pus aquí sí. Gutilongo se fue a platicar con otra persona y yo me deslicé hacia la botella para servirme otro vaso de alcohol.

martes, febrero 14, 2006

Panecitos y ensalada

El sábado me emborraché. Todo empezó el viernes. Vinieron a mi casa dos cuates, los papás de Gaby, la niña que sale cagando en un post abajo. Habían planeado hacerle su fiesta de cumpleaños en el café de otros cuates. Bueno, pus el idiota de Ruy dijo que haría unos panecitos con queso y salsa de jitomate encima y una ensalada con su aderezo. Tiempo y dinero, que ganas de regalarlo. Tiempo más o menos hay, pero dinero, ¡futa!, en la circunstancia de Ruy, o sea yo, era inaudito, como se atrevía. Dicen que cuando uno menos tiene más da y viceversa. ¿Será cierto? A lo mejor. Hasta ahora Ruy ha corroborado la primera frase, si llegara a corroborar la segunda, entonces él se los a avisará por medio de mí, o sea yo, Ruy.
Se fueron de la casa. Ruy se fue a dormir pensando en que se levantaría temprano, iría a la merced para obtener todo a mejor precio, sobre todo el jitomate que está por las nubes, regresaría a cocinar para luego llegar al café a las cuatro y preparar todo. Tuvo que cocinar la salsa en su casa, en el café no había estufa. No haber estufa en un café. ¿Es normal que no haya estufa en un café? Por lo menos una parrilla de dos quemadores. Pero no, no es tan necesaria.
Al día siguiente, Ruy despertó como a las doce de la tarde. No se bañó. Puso la cafetera a funcionar, le dio un trago de miel a su bote comprado en el super tienguis por treinta pesos medio kilo. Buen precio.
Ya no le dio tiempo de ir a la merced. Caminó tres cuadras hacia un bodega Gigante. Compró todo menos el queso, el pan y la albahaca que quería como decoración encima de los panecitos.
Preparó la salsa. Rebanó los ingredientes de la enslada y lo metió en una bolsa de plástico. Preparó un aderezo de mayonesa. Y se fue al café. Ahí alguien compró el pan, la albahaca y el queso.
La fiesta de Gaby estuvo tranquila, hubo otras tres niñas y varios adultos de poca edad. Los panecitos y la ensalada fueron un éxito. Tanto que el güey del café, Miguel, le preguntó si no hacía sopas, le dijo que sí. Quedaron en que le llevaría tres litros de dos sopas distintas la semana siguiente. Tremendo el Ruy con su iniciativa de los panes. Ya ven, sólo hay que hacer las cosas y luego sale algo, si no, hay que aguantar, y si sigue sin haber nada como con los pinches cuentos de Ruy, entonces sí, dense un balazo.

Haciéndolos. No tomé foto de la ensalada.
Ni nadie lo hizo.





















"Panecito listo"








Hubo poca gente y el atascado de Ruy hizo comida para como unas treinta personas, pero no importó eso porque como a las ocho cerraron el café a todo público y fueron por las caguamas. Ruy, todo borrachín, bailaba por el café: se bajaba del banco de la barra y entre burbujas de cebada llegaba a la cocina para preparar panecitos y ensalada. Lo sacaba para colocarlo en alguna mesa vacía. De la mesa al banco recibió una que otra sonrisa, una palmadita y un comentario de, ah, que buena idea.
Ruy el héroe. Así como le gustaba cuando su mamá le decía hace muchos años que era un héroe, apapachándolo, y que era listo, guapo y valiente. Eso fue en la imaginación de la madre y cuando Ruy era niño. Cuando alguien ve a un niño se puede imaginar muchísimas cosas, pero cuando uno ya está grande, mejor no se imagina nada ni dice nada de uno. Que cosas. Ruy el héroe. Sí, pasó un momento de heroicidad protagonizado por nuestro suspicaz Ruy. Gaby, sí Gaby fue la princesa atrás del dragón. Gaby sufrió de infantilismo ridículo. Cumplió cinco años. La niña vio a un vendedor de pajaritos que le provocó emociones caprichosas. Le gritó a su madre que quería uno. La madre le hizo señas al vendedor que se fuera que estaba a punto de provocar una desgracia. El vendedor no se fue, se acercó un paso, sacó un pajarito con una varilla en la que éste subió y le dijo a Gaby, "mira, no pica". Uy, Gaby se acercó. Nadie peló a ninguno de los dos. El señor lo notó y se fue. Pero ella empezó llorar mucho y fuerte, hasta se tiró al piso y se metió abajo de una banca. Chilló un rato. Ya nadie estaba cómodo. La madre y el papá adoptivo intentaron remediarlo, pero no pudieron. Ruy notó en la cara de la madre algo de sentimiento de hartazgo y desesperación, parecía que en cualquier momento iría a la banca, tomaría de los pelos a la niña y la azotaría al piso o a la pared hasta que se callara. En ese momento intervino nuestro héroe. Ruy se agachó y habló con Gaby. Ella le explicó entre sollozos el porqué de su sufrimiento. Él la escuchó mientras le sobaba el pecho y la cabeza para tranquilizarla. Cuando terminó de quejarse la niña, Ruy le dijo: "Mira, ya tienes mocos en la frente." Le quitó el moco, uno largo. Le explicó algo sobre la frustración, que es lo único que se consigue con chillar tanto. La sacó poco a poco, sin dejarla de sobar, hasta que la sacó. La cargó y le dijo que el dibujo de atrás de su playera estaba desapareciendo. Gaby de distrajo por completo del llanto y preocupada quiso ver en el espejo si era cierto. Y sí era cierto, Ruy no le mintió, un héroe no puede mentir, por eso generalmente se asocia al héroe con la estupidez.
La fiesta terminó después en casa de otro cuate que llegó al cumpleaños a la una de la mañana. Gaby se durmió en la cama del cuate que llegó tarde. Y Ruy, yo, se emborrachó.

viernes, febrero 10, 2006

De una filmación a otra

Siento que algo va a pasar. No sé si sea la protesta musulmán por la libertad de expresión europea o porque méxico está creciendo económicamente y abriéndose mercado en el mundo con un mayor número de exportaciones o porque vaya a publicar mi libro de cuentos en otro blog en el que solamente estarán mis ficciones. A sopas catastróficas lo mantendré lleno con la denuncia de mi vida y las vidas que afectan la mía.
Como casi todos los días vi las noticias del canal 11 con Pérez Cañedo. Me entero de cosas que me gustan más que las pendejadas de la sociedad televisa-tvazteca-católica pendeja y jodida.
También puede que sienta que algo va pasar por la mayor vulnerabilidad de África por la reciente entrada del virus aviar, que miedo. No sé.
No sé cuándo publicaré mis cuentos en otro blog, lo estoy pensando. A lo mejor ni lo hago.

Me invitaron a ser parte de la decoración de un cortometraje por ahi. Llegué tarde. Estaban filmando lo último. Pero estuvo bueno porque saludé a un cuate, le dicen Bob, que es contraído y me llama la atención su mirada. Me cae bien. Lo invité a mi casa. Veníamos en el camión donde le platiqué sobre mi idea de abrir el negocito de hacer comida en mi casa y luego llevársela a alguien a su casa que me contratara por hacerla cuando un señor a lado de nosostros se metió a la conversación diciendo que es una excelente idea, que él había empezado así y que ahora tenía tres rosticerías. Me pareció de muy buen augurio. A Bob también le pareció buena idea. Llegamos a mi casa, serví café, platicamos un rato y luego se fue.
También, al ver la filmación del corto, me pasó que recordé, aquí les voy apresumir, estreché la mano de Javier Bardem. Sí, el mismísimo. Porque la productora de la película en la que participó este cuate, filmada en Mérida, donde viví dieciseis años, buscaba extras para rellenar el paisaje. Fue en la película "Antes que anochezca". Fue grandioso porque nunca había visto un rodaje de cerca; porque nos daban de comer de lujo, pagaban el transporte, había mujeres guapísimas y pagaban doscientos pesos por día; esto fue hace siete años y en provincia; pagaron muy bien, la producción era gringa, creo que el director se llamaba Jon Kilik, no lo recuerdo bien. Me encontré en el comedor, fui el último en irme, es más, estaba comiendo solo, cuando me levanté para llevar mis platos sucios a su lugar alcé la vista al otro lado del comedor y ahí estaba, Javier Bardem, me acerqué a él y lo saludé. Él hizo lo mismo agradablemente. Le dije cualquier estupidez: "Oye, vi Jamón, Jamón. Me gustó." Cosa que no era cierto, no había visto esa película, por suerte sabía que él actuaba ahí, después logré verla, años adelante, y me aburrió muchísimo. Cuando la vi recordé que lo saludé y me imaginé que debió haber pensado, si es que pensó algo, "mmm, otro chamaco". Aunque, ahora que recuerdo bien, su cara se iluminó ligeramente por lo que le dije, a lo mejor fue el mejor comentario que recibió de algún desconocido en Mérida.
Como ya empecé, terminaré. Participé en una semana de filmación, gané 1200 pesos, comí como rey. Un día de la filmación que fue en la plaza de Itzimná, que antes era un pueblo cerca de Mérida y ahora se ubica céntricamente. Pinche Mérida, creció muchísimo. Pero, mejor.
Bueno, ese día estaba parado en la calle como un cubano más, porque la peli era sobre un poeta cubano y la historia sucedía en Cuba, quien no permitió que se filmara ahí, porque Reynaldo Arenas fue ostraído por cuestiones políticas; y mientras se filmaba esa toma vi a un güey que estaba fotografiando y tenía un gafete, creí que era de producción, mexicano, contrataron gente de méxico; me acerqué al fotógrafo, platiqué con él. Nos hicimos cuates. Se llamaba Luis, es el mismo que hizo los ceniceros que fotografié en el bazar fusión y que puse en el post ante, anterior. En ese momento no nos hicimos amigos.
Luego, ese mismo día me encontré a una exchava con la que anduve cuatro meses y que iba con su papá, ella no entró como extra. La saludé y me preguntó si no había visto a Diego Luna, ¿quién?, le pregunté. Ay, no conoces a Diego Luna, me dijo con una mueca desaprobatoria. Ya no le hice caso y le pregunté algo a su padre.
Eso fue ese día. Al día siguiente fui hasta casi las afueras de la ciudad para comprar un cuarto de mota con un diler que a lo mejor sigue vendiendo. Lo último que me enteré del diler es que estaba construyendo su casita más a las afueras. Llegué a la casa de Güicho, el diler, y no estaba. Lo esperé un rato. Me cansé y me fui. Llegué a una avenida principal, entré a una farmacia, me compré una coca. Cuando salí me encontré al Luis, el fotógrafo, que estaba hablando de un teléfono público. No lo saludé de inmediato, esperé a ver si me reconocía y sí, me saludó con un movimiento de la cabeza. "¿Vives por aquí?" Me preguntó. "No, vine a comprar mota." "Ah, órale, yo estoy en el putero de aquí en frente. ¿Quieres venir?" "Bueno."
Era un putero de mala racha que no conocía, las pobres mujeres que chambeaban ahí, creo que eran de pueblo, chachas que prostituyeron o que buscaban una vida mejor que en la de sus pueblos. Había una banda de la película sentada alrededor de dos mesitas negras y redondas, con una botella de ron al centro de cada una. Pasó poco rato cuando llegó un chavito a sentarse con nosotros. "Mira, es Diego Luna." Me dijo algún güey. “Ah”, dije.
Luis me dijo que la fiesta continuaría en la alberca del hotel donde estaban hospedados los de producción y dirección. Que si quería ir. Como no, le dije. Nos fuimos todos en una camioneta y Diego Luna se fue con un don de setenta años en la moto del don que era como la de los carteros y vieja.
Llegamos al hotel Montejo, creo, sobre Paseo de Montejo. Vi al director de la peli fumando mota junto con su hija y un actor gringo de Hollywood. La hija era una mujer veinteañera, con un cuerpo increíble y completamente drogada. Bailé con ella. Me la pasé bien. Llegué borrachísimo a mi casa.

jueves, febrero 09, 2006

La visita

Hace unos días llegaron a mi casa Kostia, Pachuli y Peter. Mi hermano estaba ebrio. Pachuli y Peter estaban razonablemente tomados. Vinieron a invitarme para salir un rato. Los hice pasar para que me esperaran en lo que terminaba una pulsera que me había encargado una mujer de mi ex escuela. Sentados alrededor de la mesa de plástico estábamos platicando acerca de la posibilidad de hacer un pequeño negocio en el que Kostia prestaría una lana y Pachuli quería poner otro poquito para obtener ganancias constantes y mayores a lo de su aportación. El negocito consistía en hacer comida para llevar a las reuniones o fiestecitas de quien nos contratara. Todo iba bien. Traté de decirle al Pachuli lo menos rudo posible que no quería lo que él decía, que más bien quería que alguien me ayudara a cocinar y a llevar la comida. El dinero que quería poner Pachuli lo podía poner como préstamo y sacar un treinta por ciento de lo que pondría como ganancia y ya. Pero él no me entendía mientras que Kostia opinaba sin ton ni son con una actitud crecientemente agresiva hasta que dijo que ya hablara directo, que que hueva escuchar tantas mamadas.
La situación se ponía cada vez más tensa, Kostia ya se había olvidado de lo que estábamos hablando y sacaba cosas que no tenían nada que ver con el tema. Mencionó la reacción de mi padre después de que me había ido de su casa cuando sucedió mi renuncia como hijo. No entendí muy bien la actitud de mi hermano y su tanto despecho que dejó salir de su persona. Él solito iba enfureciendose, pensé que me iba a golpear, parecía que estaba a punto de agarrar algo y romperlo. Cuando mencionó lo de mi padre me preguntó algo y yo dije, bueno, ya que lo heces público.... Pero me interrumpió con un desplante reprochador. Noté que imitaba a mi padre, lo peor de él; decía incoherencias y se defendía de una manera totalmente fuera de lugar. Después de interrumpirme, cuando ya iba a contestar, dijo, sacando de onda a todos, que no era posible mi estupidez, que no podía mandar a la verga a todos, que no tenía por qué tolerar mis palabras; cuando él fue el que llegó a mi casa sin invitación alguna.
Estuvo increíble. No lo podía asimilar. Me pusé nervioso.
Una vez le dije que estaría bueno hablar de algo en lo que opináramos los dos, porque cuando llegaba a mi casa sólo él hablaba y quejándose de su vieja pendeja de Mérida, una tontaza, que no se perdía la telenovela Rebelde, y de su padre que era un mamón con él y detalles por el estilo. Y esta vez que llegó ebrio parecía defender a su padre.
Otra cosa que me soprendió fue que nunca lo había visto tan violento; cuando participé alguna vez en alguna peda con sus amigos de la colonia, de veintisiete años para arriba, que acostumbraban salir a dar roles en un auto, beber caguama, escuchar talía, o mierdas así, y hablar de estúpideces, yo me mantenía callado y observando casi sin participar, sólo llegué a decir algún "a huevo" o un "pus sí, no mames". Y cuando decía alguna esacaza y humilde opinión acerca de cualquier cosa, mi hermano parecía despertar de su letargo alcohólico balbuceando en voz alta que me creía mucho y que era un pendejo y que yo creía que las cosas que decía eran las más cabronas. Fue raro verlo tan lúcido y agresivo en esta visita.
No entiendo por qué defendió a mi padre después de las cosas que decía de él. Pensé que a lo mejor sí era normal, así como la putita que vive con su picador y le aguanta todo tipo de abusos sicológicos y otros, para luego defenderlo por una especie de síndrome de estocolmo. Pensé que a lo mejor era eso porque mi hermano es como una putita que vive con su picador. Eso me pareció la última vez que lo vi ahí en casa de mi padre.
Estuvo buena la visita. Le dije que era un borracho pendejo, aunque confieso que me reflejé un poco en él, digo, como borracho pendejo. De repente se levantó de su silla vociferando groserías y afirmando cosas que él creía de mí e incluso de Luz, que también le tocó. Le dijo, bueno, pus a ti que te queda, nada más llorar. Ah sí, ya me acordé, se quejaba que yo era un maldito egoísta que sólo pienso en mí y esas simplonerías. Me puse más nervioso, incluso empalidecí; sentí que en cualquier momento iba a ver sangre; por fortuna no pasó. Traté de entenderlo. Pero lo corrí. Así nomás.
Kostia, todavía con el humor que nunca manejó durante su visita, caminó hacia la puerta con aire triunfante y dijo lento, tranquilo y un poco ronco: comper mua. Listo. Salió.
Esa fue la visita de Kostia, mi hermano.